Burundi se define como una República (República de Burundi). El Acta constitucional transitoria de 1998 determina formalmente a Burundi como una república unitaria, independiente, sobirana, laica y democrática.. Administrativamente está dividida en 15 provincias: Bubanza, Bujumbura, Bururi, Cankuzo, Cibitoke, Gitega, Karuzi, Kayanza, Kirundo, Makamba, Muramvya, Muyinga, Ngozi, Rutana y Ruyigi.
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E actual Gobierno (1998) es el fruto de un golpe de Estado llevado a cabo por el mayor Pierre Buyoya el 25 de julio de 1996. Esta es la segunda vez que Pierre Buyoya accede al poder burundés mediante un golpe de Estado. La primera vez fue en 1988. Con esta primera acción Buyoya destituyó al general Bagaza que había accedido al poder también mediante un golpe de Estado.
El primer Gobierno de Buyoya (1988-1993) se caracterizó por preparar lo que se consideraría como la transición hacia un sistema formalmente democrático en Burundi. Esta transición culminaría con la adopción de la Constitución de 1992 y la elección popular de Melcior Ndadaye como presidente de la República. El asesinato de Ndadaye durante un frustado golpe de Estado desencadenó toda una serie de matanzas y violaciones diverses de los derechos humanos, y políticamente implicó una desestabilización del país y, de paso, afectó la situación política de Ruanda.
La Constitución de 1992, base del Gobierno legítimo burundés hasta 1996, caracterizaba el sistema político como mixto, pero en 1993 con la elección de Ndadaye FRODEBU como presidente y con un Parlamento con mayoría de este partido se produjo una concentración de poder en el ejecutivo. Este hecho hace pensar en el burundés como un régimen presidencialista con un Parlamento o Asamblea Nacional Unicameral. Los poderes que la Constitución de 1992 preveía para el presidente eran muy amplios, así que se puede hablar de un presidencialismo fuerte.
El Parlamento estaba compuesto por 81 escaños, y se fundamentaba en un sistema de representación proporcional. El sistema de elección de Parlamentarios se realizaba mediante una lista de candidatos parada y bloqueada.
El Parlamento burundés en las elecciones de 1993 quedó constituidode la manera siguiente:
Escaños |
Votos % |
|
FRODEBU |
65 |
72,57 |
UPRONA |
16 |
21,86 |
Altres |
14 |
5,57 |
Después del golpe de Estado (1996), Buyoya puso en marcha un decreto de transición que le confería plenos poderes para gobernar, de tal manera que el sistema de Gobierno burundés puede continuar considerandose como presidencialista.
La rama legislativa está representada por la Asamblea Transitoria Nacional con vigencia desde el 16 de julio de 1998.
La rama judicial se caracteriza por ser una institución etnicamente homogénea, compuesta en su gran mayoría por tutsis. Este hecho, como señala Amnistía Internacional incide en que la aplicación de la justicia en casos de acusaciones de genocidio o intervención en matanzas de tutsis no sea imparcial ni independiente.
Como componente principal dentro del Gobierno de Buyoya se puede destacar el control que este tiene sobre el ejército burundés, que, como la rama judicial, es casi monoetnico, tutsi.
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Desde la independencia de Burundi, en 1962, hasta la actualidad (1998), este país ha tenido un único texto constitucional. La Constitución de 1992 estuvo en vigor hasta 1996. Año en el cual el mayor Pierre Buyoya rompió el orden constitucional. El golpe de Estado de Buyoya estuvo acompañado por un decreto provisional por el cual el mismo Buyoya se hacía con la presidencia de la República por un periodo de tres años.
El 6 de junio de 1998, Buyoya firmó un acta constitucional transitoria (resultado de la combinación de la Constitución de 1992) y del Decreto provisional de 1996) que fue reconocida por el Parlamento burundés. Esta acción implicaba el reconocimiento, por primera vez desde el Parlamento, del Gobierno de Buyoya.
En el acta constitucional transitoria se recogen dos cuestioneses importantes. Por un lado, reconocía formalmente la existencia de una coalición entre el Gobierno y los partidos Parlamentarios (actores internos, del país) que se orientaba a la realización de un proceso de paz en Burundi. Por el otro, se ampliaba el Parlamento (Asamblea Transitoria Nacional) de 81 miembros a 121. La ampliación implicaba a aquellos partidos políticos con representación a la anterior Asamblea Nacional y los partidos políticos con estatus legal antes de la promulgación del acta y que no tenían escaños en el Parlamento elegido en 1993. Estos últimos tendrían un diputado. Además, se incluían 28 representantes de la sociedad civil que, según International Crisis Group (ICG), fueron elegidos entre Buyoya y el presidente de la Asamblea Nacional. Se ha de agregar que la sociedad civil está controlada por la comunidad tutsi. De esta manera, la ampliación del Parlamento podía implicar un intento de equilibrar el poder de la mayoría hutu, que era dominante en el FRODEBU.
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La Constitución burundesa de 1992(derogada por Buyoya en 1996) contiene una serie de provisiones subscritas para todos los candidatos políticos de entonces, partidos políticos, etc.; es el capítulo de la Unidad Nacional, que se dirige a conseguir una unidad cultural burundesa haciendo fuera las divisiones ideológicas de la sociedad.
La Constitución de 1992 otorga al presidente de la República importantes poderes como, por ejemplo, escoger y expulsar al primer ministro y otros ministros, nombrar a los altos cargos militares y a los funcionarios, regulaciones de temas y puede gobernar por decreto. Se está, pues, delante una concentración de poderes en el ejecutivo. Además, la iniciativa en los cambios constitucionales reside, en función de la Constitución, en el presidente y en la Asamblea Nacional.
Con una población mayoritariamente hutu, y con los precedentes de las elecciones de 1993 ganadas por el FRODEBU, los tutsis que controlaban la administración y el ejército, y que componían de forma mayoritaria la cúpula de poder burundesa, expresaron su miedo al control hutu de la Administración, del Estado y del ejército.
La Constitución de 1992 ha recibido una serie de críticas entre las cuales destacan cuestiones relacionadas con su procedimiento de creación. Según Edward R. McMahon, la Constitución burundesa es un documento realizado por las elites del país y, en concreto, por el Gobierno del momento (Buyoya) sin una verdadera participación popular. Además, según este autor el modelo político creado se parece mucho al modelo de la V República francesa, un sistema mixto, con un presidente muy poderoso, un Parlamento dominado por los hutus (en tanto que son la comunidad mayoritaria) y una administración fuertemente centralizada. McMahon afirma que uno de los problemas con los cuales se encuentra Burundi es el descrédito del Parlamento y propone toda una reestructuración política con la cual el Gobierno de Burundi, según el autor, podría gobernar el país con la participación de los dos partidos tradicionales UPRONA y FRODEBU .
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Las primeras elecciones realizadas en Burundi desde su independencia tuvieron lugar en 1993. Estas elecciones dieron la victoria al FRODEBU . De manera que, el primer presidente de la República, Melchior Ndadaye, era hutu y la mayoría Parlamentaria estaba en manos de hutus. Pero a pesar de todo, según l’ICG, los órganos de poder como el ejército, la policía, servicios civiles y el sistema judicial estaban dominados por tutsis.
De esta manera, el resultado de las elecciones burundesas implicaba que los tutsis perdían el control directo del poder político, un control que habían ejercido los diferante golpistas tutsis (Micombero, Bagaza, Buyoya) desde 1962. A este panorama se ha de agregar el efecto de inseguridad que la concentración de poderes en manos del ejecutivo (FRODEBU) podía producir a algunos líderes tutsis. De hecho, se destaca que los resultados de las elecciones de 1993 implicarían un cambio en todo el sistema de poder burundés controlado en algunas ramas (como el ejército o la rama judicial) por tutsis y al cual con el nuevo Gobierno del FRODEBU accedería la comunidad hutu..
Por otro lado, la comunidad hutu, que representaba en esta época un 85 % de la población total burundesa, después de muchos años de discriminación (educativa, estatal, etc.) aspiraba a abrazar más ámbitos, a controlar más espacios de poder. La inseguridad , el miedo y la desconfianza volvieron a instaurarse entre hutus (que querían más poder y ámbitos de responsabilidad y gestión) y la cúpula de poder tutsi (que no quería perder aquello que tenía: control de los recursos económicos, del ejército, etc). Frente a esta situación, la inestabilidad creció y algunos sectores de caracter radical tanto tutsis como hutus volvieron a apelar a la historia, y en concreto a las matanzas de 1965 (primera guerra civil después de la independencia (1962) y 1972 (año en el que estalla de nuevo un conflicto civil en el que se calcula que murieron más de 200.000 personas, mayoritariamente hutus).
La chispa que hizo saltar el débil consenso existente en torno a la transición democrática fue el asesinato del presidente Melchior Ndadaye en octubre de 1993 y que fue el resultado de un intento de golpe de Estado, tal como anunció el 26 de octubre la primera ministra Sylvie Kinigi (vinculada con la UPRONA). Las consecuencias de esta acción es miden en muertos (más de 50.000 de ambas comunidades), en refugiados (más de 670.000) y en desplazados (más de 280.000). Es a partir de este hecho, que marcará los acontecimientos posteriores, que comienza a adquirir identidad propia la insurgencia armada hutu.
El clima enrarecido que se respiraba en Burundi después de octubre de 1993 y la pérdida de control del ejército por parte del Gobierno hicieron que muchos hutus dirigiesen sus esfuerzos hacia los grupos hutus insurgentes (CNDD, FROLINA y PALIPEHUTU). La lucha entre los incipientes grupos insurgentes hutus y el ejército (tutsi) iba adquiriendo sesgos de guerra civil.
Ndadaye fue una de las víctimas, puede ser la más visible, del intento de golpe de Estado. Otras víctimas fueron, según el Departamento de Estado de los Estados Unidos el presidente y el vicepresidente de la Asamblea Nacional y oficials del ejército. Todos ellos podían ser substituidos de Ndadaye. La imposibilidad de substituir al presidente electo hizo posible que, en febrero de 1994, una coalición formada por el FRODEBU, la UPRONA , así como pequeños partidos políticos, líderes religiosos, de los derechos humanos, líderes cívicos, etc., negociesen un acuerdo por el cual el líder del FRODEBU (el partido mayoritario en las elecciones de 1993), Cyprine Ntaryamira, sería el nuevo presidente de la República de Burundi. Las negociaciones políticas también implicaron concesiones a los partidos políticos de la oposición. De hecho, una de les cuestiones más importantes a tratar era la que hacía referancia al reparto de poder entre los dos partidos más importantes: FRODEBU y UPRONA. El resultado de las negociaciones implicó que el presidente de Burundi fuera del FRODEBU, pero el primer ministro fuera un cargo ocupado por un miembro de la UPRONA.
El atentado mortal, el 6 de abril de 1994, contra los presidentes Habyarimana (Ruanda) y Ntaryamira (Burundi) provocó una convulsión en ambos países. En Burundi, la presidencia será ocupada por un nuevo presidente interino, Sylvestre Ntibantungañoa. El nombramiento de Ntibantungañoa (FRODEBU) sería, de la misma manera que en el caso de su predecesor, el resultado de las negociaciones que se van a llevar a cabo en septiembre de 1994 entre FRODEBU, UPRONA y otros sectores implicados. Las negociaciones políticas implicaron, por un lado, un aumento de las concesions políticas a la oposición, dominada fundamentalmente por la UPRONA. Pero básicamente, de estas negociaciones se derivará una Asamblea Gubernamental (compuesta por el FRODEBU, UPRONA y los otros partidos má pequeños). El juego de poderes entre el presidente y el Parlamento en este nuevo contexto político provocará la paralización de ambos órganos de gobierno y la pérdida de control por parte del Gobierno del FRODEBU de un ejército burundés monoetnico.
Delante de la situación de descomposición del poder y la polarización del conflicto burundés (que parecía desarrollarse en función de ejes etnicos) se han realizado hipótesis sobre reformas institucionales para apaciguar el conflicto. Estas reformas se encaminan, básicamente, a fomentar la reducción de las tensiones etnicas mediante la representación política de las minorías en las instituciones.
Durante 1994, 1995 y 1996, la situación de inseguridad y miedo de la población burundesa (tanto hutu como tutsi) se veía potenciada por la actuación del ejército y de grupos armados. El ejército ejerció una terrible represión sobre la población civil realizando en muchas ocasiones operaciones de limpieza etnica que se manifestaron principalmente en la capital, Bujumbura. Los extremistas del FRODEBU (hutu) comenzaron a armar a sus seguidores en algunas provincias. Y, aunque se dio orden que estos grupos fuesen desarmados, las armas continuaban circulando por todo el territorio propiciando abusos y violaciones de derechos humanos. Pero, tanto a los extremistas hutus como a los extremistas tutsis se les puede señalar como instigadores de este proceso y responsables de la continuación de la situación de inestabilidad e inseguridad que se vive en el país durante este periodo. A esta situación caótica se ha de agregar la llegada de refugiados ruandeses durante 1994 y 1995, entre los cuales se encuentran responsables hutus de las matanzas de tutsis, que huyen de la represión –real o sospechada– del régimen del FPR (Frente Patriótico Ruandés) instaurado en este país desde 1994.
En el plano político, se ha de destacar la presión ejercida por la UPRONA y otros pequeños partidos de oposición tutsi que hizo dimitir, en marzo de 1995, al primer ministro Anatole Kañoenkiko, que fue substituido por Antoine Nduwayo. En estos momentos la oleada de refugiados burundeses, la mayoría hutus, se incrementa. En el país, Bujumbura aparece como una ciudad casi enteramente tutsi. El deterioro de la situación políticosocial en Burundi, que se regía mediante una Asamblea Gubernamental, hizo que el presidente interino y el primer ministro demandasen ayuda internacional. Las críticas que recibió esta Asamblea, según ICG, se dirigieron hacia su ineficiencia, ya que la falta de consenso entre los partidos que formaban parte daba como resultado la paralización del proceso de toma de decisions por parte del Gobierno y, por tanto, de su poder de actuación.
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El golpe de Estado de 1996 de Buyoya implicó la expulsión del poder del FRODEBU (legítimo ganador de las elecciones) y, por tanto, la desaparición de la Asamblea Gubernamental y la implantación de un régimen políticomilitar al cual daban apoyo los tutsis (y, fundamentalmente, la UPRONA ). Según ICG, la justificación de los golpistas y de los tutsis que les habían costado volvía a hacer referancia al genocidio, idea tan enraizada a las consciencias tutsis y hutus. Según los tutsis, las fuerzas armadas eran el órgano más capacitado para acabar con lo van a llamar como ideología del genocidio. Pero si la población burundesa (tanto tutsi como hutu) vivía en una situación de inseguridad a causa de las matanzas y asesinatos, el hecho principal que llevó a Buyoya a encabezar un golpe de Estado fue la importancia que adquirían los rebeldes hutus. Su avance implicaba, según los golpistas, poner en peligro la seguridad nacional al mismo tirempoque ponía en entredicho el status quo del que gozaban los tutsis en la estructura de poder burundesa.
Los rumores sobre la posibilidad de un golpe de Estado fueron recurrentes desde la creación de la Asamblea Gubernamental, en septiembre de 1994. Frnte a la materialización de este hecho y del riesgo que sufría, el presidente interino Ntibantungañoa se refugió en la embjada de los Estados Unidos dos días antes del golpe de Estado. A la vez, la UPRONA delante de la situación decidió abandonar la Asamblea Gubernamental provocando una crisis política e institucional que sirvió de justificación a Buyoya para acceder al poder.
Delante de esta situación social ypolítica, el 25 de julio de 1996, Pierre Buyoya (con el apoyo de la UPRONA) toma por la fuerza el poder político. Sus primeras medidas al llegar al Gobierno serán la suspensión de la Constitución de 1992 que será substituida por un Decreto transitorio (realizado por el mismo Buyoya y que respondía al nuevo juego de poderes de Burundi), la suspensión de los partidos políticos y la intención de iniciar conversaciones con diferantes actores del conflicto (aquellos actores reconocidos como tales por el Gobierno golpista). Con esta última acción, Buyoya y su gabinete pretendían dar a entender sus intenciones estabilizadoras y democratizadoras. El gesto de Buyoya se extendió a su Gobierno: el primer ministro fue un hutu y el Gobierno estaba compuesto por libres pensadores.
El golpe de Estado de Buyoya fue contestado internacionalmente mediante un bloqueo económico a Burundi. El bloqueo probablemente no agarró por sorpresa a Buyoya, ya que los países occidentales habían avisado de las medidas que se adoptarían frente a un cambio político por la fuerza en la región. Al principio de septiembre de 1996, el ya entonces proclamado presidente Buyoya accedió a algunas de las condiciones que había apuntado la OUA en su declaración del 31 de julio, el objetivo era aligerar el bloqueo. El Gobierno burundés accedió a restablecer la Asamblea Nacional y los partidos políticos, pero se negaron rotundamente a negociar con los representantes del anterior Gobierno.
Durante el septiembre de 1996, Buyoya accedió a realizar las mencionadas concesiones políticas, pero también procedió, como dice André Guichaoua, a la reorganización del ejército, que era mayoritariamente tutsi. Esta reorganización implicó, por un lado, neutralizar los elementos peligrosos que estaban relacionados con Jean-Baptiste Bagaza y con los extremistas tutsis. Bagaza preparaba, de la misma manera que Buyoya, un golpe de Estado contra el presidente interino Ntibantungañoa con el apoyodel tutsi PARENA (Partido pel Redreçament Nacional), pero Buyoya se le adelantó. Las medidas que emprendió Buyoya contra Bagaza se materializaron en un arresto domiciliario que duró desde febrero de 1997 hasta marzo de 1998. La reorganización del ejército iniciada a partir de julio de 1996 supuso una reestructuración de los comandantes del ejército burundés. Buyoya también favoreció a las clases dominantes y el ejército, y limitó en cierta medida las reformas de su status quo. Todo era una maniobra que aseguraba al nuevo presidente burundes el control sobre el ejército, ya que no disponía de una base social fuerte que le diera apoyo y legitimase su posición. Por otro lado, el ejército burundés también se rejuveneció.
Desde el punt de vista nacional, el reorganizado Ejército burundés recuperó el control de les zonas del país donde los rebeldes hutus habían conseguido implantarse. Por un lado, el ejército utilizó tácticas de agrupamiento forzoso de campesinos en campamentos militares (que Buyoya se comprometió a desmantelar en septiembre de 1997). Por el otro y, según André Guichaoua, se emprendieron acciones contra las fuerzasrebeldes. Buyoya trató de legitimar su actuación a través del control de la violencia y de los ataques contra los insurgentes. En este sentido, el 21 de marzo de 1997 el envío especial de la ONU a Burundi denuncia la lógica de guerra utilizada por el Gobierno de Buyoya, y también las masacres de civilr y las deportaciones masivas. El objetivo de estas acciones: asegurar la pervivencia del régimen de Buyoya.
Pero la pervivencia del régimen de Buyoya dependía tanto del contexto internacional como de la situación interior. El mensaje del 25 de julio de 1996 en el cual Buyoya hacía referancia a comenzar conversaciones con los diferantes actores del conflicto implicaba, desde el punto de vista internacional, una oportunidad de conciliación desde dentro mediante una negociación encabezada por el golpista. De esta manera, Buyoya se convertía en una pieza clave en el proceso negociador. Un proceso que había de finalizar con el retorno de la democracia a Burundi. Esta posición también permitía que Buyoya pudiese subordinar el aligeramiento del bloqueo a la consecución de un proceso negociador interno. En este sentido, como indica ICG, Buyoya había de estableces condiciones de seguridad y confianza tanto para el FRODEBU como para el ejército y, a su vez, para los aliados tutsis que habían apoyado su golpe de Estado. Delante del FRODEBU había de demostrar que había la posibilidad de incluirlo dentro del proceso político. Frente al ejército, había de demostrar que podía acabar con la inestabilidad y con la «ideología del genocidio». Esta estrategia no agradó a determinados sectores tutsis que creyeron ver en Buyoya un traidor.
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Los partidos políticos y el Parlamento fueron prohibidos después del 25 de julio de 1996. A causa de las presiones externas (el bloqueo ) se restablecieron el 4 de septiembre de este mismo año. Pero el restablecimiento de los partidos políticos no implicaba un funcionamientoo «normal» de las instituciones, desde el Gobierno se consideraba que esta medida era adecuada como señal de buena fe hacia el exterior. De esta manera, se demostraba a la comunidad internacional un primer paso hacia la democratización del país. Pero los partidos políticos no implicados directamente con Buyoya estaban fuertemente limitados. Según ICG, algunos líderes del FRODEBU (el partido que legítimamente ocupó el poder hasta el golpe de Estado) fueron acusados, entre otras cosas, de participar en las masacres de tutsis de 1993. Por otro lado, Jean-Baptiste Bagaza, líder de PARENA i Deo Niyonzima líder de SOJEDEM (Solidaridad de la Joventud por el Derecho de las Minorías), ambos extremistas tutsis, también fueron acusados de participar en ataques contra Buyoya.
Después de la suspensión de la Constitución de 1992 , Buyoya estableció un decreto de transición que sustituia la anterior Constitución y que establecía un periodo de gobierno de tres años (hasta julio de 1999), en este Decreto es paralizaban las actuaciones del Parlamento. Pero el Parlamento tampoco reconocía el Decreto y, por tanto, no reconocía al Gobierno de Buyoya. De hecho, no será hasta septiembre de 1997 que se reaunudarán las relaciones entre el ejecutivo y el legislativo. Estas relaciones serán formalmente aprobadas en diciembre de aquel año, de esta manera el Parlamento pasaba a convertirse en un foro neutral donde se podía discutir el proceso de paz.
El Parlamento después de su restablecimiento no funcionaba con normalidad; de hecho, de los 81 escaños nomás estaban ocupados 42. Las bajas de los Parlamentarios del FRODEBU hacían que no se pudiera conseguir un número suficiente de votos como para tomar medidas legislativas. Respecto a los Parlamentarios del FRODEBU, según ICG, muchos estaban muertos y otros exiliados ( y formaban parte o del FRODEBU externo o del CNDD) o bien se les estaba juzgando. Y la UPRONA, el segundo partido Parlamentario, había impedido sistemáticamente el funcionamiento del Parlamento. Pero el fracaso de las negociaciones de Roma hizo que Buyoya prestara atención a las fuerzas políticas internas e iniciase un acercamiento al FRODEBU. Este acercamiento se evidenció al aprobar Buyoya la celebración de un Congreso Nacional de este partido en diciembre de 1997. El lugar fue la capital de Burundi, Bujumbura.
La recuperación de relaciones entre los partidos políticos, legislativo y ejecutivo tuvo su primera materialización en la delegación conjunta que se envió en febrero de 1998 en los países de la región para tratar de eliminar el bloqueo. Pero la recuperación de relaciones entre Parlamento, partidos políticos y ejecutivo no implicaba el retorno a un funcionamiento democrático. De hecho, para Buyoya el periodo de transición (los tres años que se establecían en el Decreto de transición) para la reinstauración democrática habían de estar liderados por el ejecutivo, de esta manera los partidos políticos habían de quedar «al marge» del proceso. Pero, para que la transición funcionara, Buyoya había de tener una base social fuerte a su espalda, base de la cual no disponía.
En junio de 1998, Buyoya formó un nuevo Gobierno que respondía a los acuerdos firmados entre el Gobierno y los partidos políticos el 6 de junio de 1998. Este mismo día los partidos políticos burundeses firmaron un acuerdo por el cual se constituia una plataforma del régimen de transición que encabezaba Buyoya.
El nuevo Gobierno estaba compuesto por un presidente (Buyoya) y un primer ministro (Ndimira), que es jefe de Gobierno desde el 31 de julio de 1996. Ndimira elige a los dos vicepresidentes que en este caso fueron el líder del grupo Parlamentario del FRODEBU (Bamvuginyumvira) y un tutsi (Sinamenye). Al mismo tiempo, el nuevo Gobierno constaba de 22 carteras de las cuales 11 eran para tutsis (las cuales se podían nombrar como estratégicas: defensa, interior, etc.) y 11 para hutus (educación, agricultura, etc.). La nueva estrategia gubernamental parecía que se orientaba hacia la seguridad del Gobierno de Buyoya, ya consolidado como actor clave en el proceso de paz en Burundi, mediante el control de los ministerios clave y del proceso de negociación. Por otro lado, el FRODEBU también se preparaba para afrentear una nueva fase del proceso de negociación de la paz. Y lo hizo mediante la renovación de la organización (en cuanto a líderes), de tal manera que no se pudiese asociar a ninguno de sus miembros importantes con las matanzas de 1993 y, por tanto, se pudiesen superar las posibles reticencias de la población tutsi.
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Desde 1995 la insurgencia hutu se acentua y adquiere una disposición de guerra civil. Guerra que se puede considerar como iniciada después del asesinato de Ndadaye en 1993 que implicó matanzas tanto de hutus como de tutsis, y la represión militar subsecuente que afectó mayoritariamente a los hutus. En esta guerra civil los insurgentes consiguen el control de la zona noroeste del país, y actuan en el resto del territorio.
Los grupos rebeldes (mayoritariamente hutus) existentes en Burundi en 1995, según el Departamento de Estado de los Estados Unidos, eran:
***Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia (CNDD) dirigido por Léonard Nyangoma, y según André Guichaoua, expresión de la rebelión hutu, pero que parecía que incluía en sus filas también tutsis con posición de poder. El brazo armado del CNDD eran les Fuerzas para la Defensa de la Democracia (FDD).
***PALIPEHUTU (Partido para la Liberación del Pueblo Hutu) que son considerados como extremistas hutus.
***Frente de liberación Nacional (FROLINA).
Se puede afirmar que antes del golpe de Estado de 1996 los insurgentes dominaban casi la mitad de las 15 provincias del país. ICG en 1998 amplía la lista de grupos del Departament de Estado de los Estados Unidos hasta afirmar que hay cerca de 15 grupos insurgentes en Burundi.
El CNDD, en 1995, tenía sus plazas fuertes en el norte y el noroeste del país, y comenzaba a establecer estructuras administrativas propias en estos territorios. Por su lado, el PALIPEHUTU controlaba redes de noticias locales informales, y recibía apoyo en el noroeste y centroe del país. El FROLINA, por su parte, era fuerte en el este. Esta última organización anunció el retorno a la guerra en octubre de 1997, después de 18 meses de alto al fuego.
Las sanciones económicas impuestas al Gobierno de Buyoya en 1996 (Gobierno considerado como ilegítimo por las milicias hutus) por parte de los países limítrofes y países occidentales fuertelecieron a los rebeldes. Por una parte, las sanciones provocaron una deslegitimación de cualquier apoyo hutu al Gobierno de Buyoya (lo que suponía un cierto descrédito del FRODEBU interno, que continuaba encabezandoel Parlamento) y, por otra parte, implicó un fuertelecimiento moral de la oposición.
Además, uno de los grupos, el CNDD, adquirió cierto reconocimiento internacional al ser caracterizado como el grupo opositor más importante y pieza clave para conseguir un acuerdo en el país. En este sentido, este grupo lucha por mantenerse como uno de los actores con que Buyoya ha de negociar la paz. Con todo y las confrontaciones internas que afectan el CNDD, sobre todo las disensiones que se produjeron entre el CNDD y su brazo armado el FDD. Su origen está en la operación del ADFL (Kabila) que hizo que el FDD se trasladara a Tanzania, produciendo la desorganización (en el ámbito financiero, de recursos, etc.) del grupo, a partir de aquí el FDD acusó el CNDD de malversación de fondos, etc. A todo eso se le ha de agregar que, según ICG , el CNDD anunció en febrero de 1998 su intención de abandonar el proceso de paz como respuesta a las políticas de represión practicadas por el Gobierno burundés.
Las sanciones económicas al Gobierno y las quejas de sectores económicos nacionales e internacionales importantes colocaban a los rebeldes en una posición de fuerza a la hora de negociar, y en algunos momentos estos grupos estuvieron convencidos de poder conseguir la victoria sobre el Gobierno de Buyoya. Después de las operaciones militares de Buyoya, que implicaron que el Gobierno controlara gran partr de las provincias en manos de los rebeldes, del hecho que los insurgentes tuvieran que trasladar sus bases del Congo a Tanzania y de la impopularidad de los métodos utilizados por los insurgentes, la fuerza de estos grupos disminuyó. Pero la alianza entre los grupos insurgentes y los rebeldes ruandeses (también hutus) se convertía, a principios de 1998, en un problema social, político y militar para Buyoya.
Desde el Gobierno Buyoya se ha tratado de desacreditar tanto la actuación de los grupos insurgentes, los cuales eran calificados como terroristas, como el apoyo que recibían de Tanzania. En este sentido, tanto FROLINA como PALIPEHUTU (los líderes de los cuales se criaron en Tanzania y son hijos de los refugiados de 1972) mantienen bases en territorio tanzano.
Actualmente (1998), las informaciones que se reciben sobre la situación militar de los grupos rebeldes y sobre las zonas que dominan son confusas. Mientras que según ICG el desarrollo de la guerra ha hecho que los insurgentes se conviertan en grupos localizados, otras informaciones hacen pensar que los grupos insurgentes abrazan zonas importantes del territorio, de esta manera, el FROLINA tendría sus bases instaladas al sur, el PALIPEHUTU tendría su zona de operaciones al noroeste, y las FDD actuarían en la prefectura de Bujumbura.
Según Amnistía Internacional, en 1997 se produjeron enfrentamientos entre el CNDD y el PALIPEHUTU, el resultado de estos enfrentamientos ha sido la muerte de centenares de hutus desarmados. Los enfrentamientos se han producido sobre todo en las provincias de Citiboke y Bubanza.
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Desde la perspectiva de actores internos del conflicto, al final de 1998, se perciben el FRODEBU y la UPRONA (el dividido partido político que apoya a Buyoya) como los más importantes.
La radicalización del conflicto burundés hizo que el conflicto pasara a tratarse en términos etnicos convirtiéndose cada uno de los dos partidos en defensores de una etnia, de manera que la UPRONA defendería la etnia tutsi y el FRODEBU la hutu. Pero se ha de precisar que tanto la UPRONA como el FRODEBU estaban compuestos indistintamente per tutsis y hutus, de hecho, dos tercios de los miembros de la UPRONA se podía decir que, antes de la radicalización del conflicto, eran hutus.
A pesar de la importancia reciente que se concede a los partidos políticos en Burundi, las actuaciones de éstos están fuertemente controladas por Buyoya.
UPRONA (Unión por el Progreso Nacional)
La UPRONA es el partido político que apoyó a Buyoya durante el golpe de Estado de 1996. Algunos sectores más radicalizados dentro del partido comenzaron a estar descontentos con la política de negociación del presidente del país. El descontento se situaba en torno a las negociaciones emprendidas desde el Gobierno con los insurgentes y con los partidos hutus, es decir, con el CNDD, FRODEBU, FROLINA o PALIPEHUTU. Cualquier acercamiento con estas organizaciones implicaba un aumento de la separación entre sectores de la UPRONA y Buyoya.
Después de los acuerdos de Roma, la UPRONA retiró su apoyo al Gobierno. Eso afectaba la credibilidad y legitimidad de Buyoya delante del proceso emprendido en la cumbre de Arusha. Como consecuencia de esta retirada de apoyo, la UPRONA ha sufrido presiones por parte del Gobierno. Al mismo tiempo este partido ha sufrido importantes cambios que han llevado a la aparición de dos bandos, uno que apoya al líder de la UPRONA (Charles Musaki) y están contra la negociación de un proceso de paz tal como lo está llevando a cabo Buyoya, y los que están a favor de Buyoya y su proceso de negociación.
De momento, Musaki y sus seguidores continuan manteniendo la implicación de líderes del FRODEBU en las matanzas de 1993, y piden que sean juzgados. Custión que el Gobierno no puede eludir.
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Después del golpe de Estado de Buyoya, el FRODEBU presentó su propio plan de paz que, según ICG, consistía «en el restablecimiento de la Constitución de 1992, realización de nuevas elecciones y de una nueva Constitución bajo un Gobierno de transición que habría de estar garantizado por una fuerza regional que observara el proceso de reforma de el ejército, la policia, la administración y la educación».
El FRODEBU se percibe a sí mismo como representante de la legalidad constitucional.
De la misma manera que dentro de la UPRONA, el FRODEBU presenta una serie de disensiones internas que han impedido que se consolidara como una oposición contra Buyoya unida y fuerte dentro del país, se pueden distinguir dentro del FRODEBU dos sectores muy claros: aquellos que pertenecen a este partido político y están dentro de Burundi (FRODEBU interno) i aquellos que están en el exilio, en Tanzania, básicamente (FRODEBU exterior).
El FRODEBU interno se muestra más receptivo frente al Gobierno de Buyoya a causa que su posición dentro del Parlamento lo convierte en un actor con el cual se ha de negociar y con el cual se puede contar como mediador con los grupos armados.
El FRODEBU externo goza de la protección de los gobiernos vecinos, especialmente Tanzania. Su posición contra Buyoya es de no-reconocimiento de su Gobierno ni acepta negociaciones con él y está a favor del mantenimiento de las sanciones económicas impuestas por los gobiernos vecinos.
Las contradicciones entre el FRODEBU interno y el externo se agregan por momentos, pero tienen una cosa en común: quieren ser partes negociadoras en el proceso de paz de Burundi.
El PARENA es un grupo político tutsi, calificado como extremista y dirigido por Jean-Baptiste Bagaza. Este partido político e;s una fuerza opositora al régimen de Buyoya y estuvo a favor del mantenimiento de las sanciones económicas a este régimen durante la Cumbre de Arusha en junio de 1998, junto con grupos insurgentes y el FRODEBU exterior.
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La inestabilidad política que se vive en Burundi desde el 21 de octubre de 1993, con el fracasado intento de golpe de Estado, trata de ser resuelto «pacíficamente». Un camino que se emprendió para solucionar el conflicto burundés fue la mediación del expresidente de Tanzania, Mwalimu Nyerere. Éste fue elegido como mediador por la ONU, la OUA y la comunidad internacional. Les dificultades que precedieron a este nombramiento se centraron en dos cuestiones principales, por un lado desde Burundi se acusó a Nyerere de parcial, ya que Nyerere apoyó a la UPRONA ( cabeza en la dècada de los sesenta). Y, por el otro, el hecho de escoger a Tanzania y a un expresidente tanzano como mediador no agradó a causa del importante papel de Tanzania en el mantenimiento del bloqueo a Burundi y a causa del apoyo tácito o implícito de Tanzania a los rebeldes hutus.
La actividad de Nyerere se remonta antes del golpe de Estado y se encamina a la consecución de negociaciones con la Asamblea Gubernamental para acabar con un conflicto interno que ya había llegado a cuotas de violencia importantes. De aquí se derivan las negociaciones entre los delegados del FRODEBU y de la UPRONA en Tanzania. La primera ronda de estas negociaciones tuvo lugar en abril de 1996 y, la segunda, que fracasó, se produjo dos meses después, en junio. En este mismo mes, tuvo lugar la Cumbre de Arusha, en la cual intervenían todos los jefes de Estado de la región (Zaire, Tanzania, Burundi, Ruanda, Uganda y Kenya). Es en este foro en el cual, el entonces presidente interino, Ntibantungañoa demandó la intervención militar de los países vecinos para controlar la violencia existente en Burundi. La demanda burundesa es escoltada por la OUA que, una semana después de la petición, aprueba el envío de una fuerza de intervención internacional a este país.
El golpe de Estado de Buyoya cambia el panorama anterior. Se observa a partir de este momento, según ICG, la existencia de un doble proceso de negociación. Por un lado, un proceso interno que se desarrollará con el tiempo y que tratará de ser controlado por Buyoya y,otro proceso, externo, que se realizará en función de las cumbres en Arusha (Tanzania), con la mediación de Nyerere.
En este último aspecto, la actuación de Nyerere se centraba en conseguir que las partes en conflicto negociasen entre ellas y dentro de este espacio de diálogo y de intercambio de ideas y proposiciones se consideraba como muy importante, casi central, el tema de la repartición del poder entre los llamados moderados, es decir, entre el Gobierno de Buyoya y el FRODEBU. Esta táctica pretendía la exclusión de las negociaciones de los extremistas de ambos bandos. Pero la implementación de las sanciones y la no-participación de los rebeldes implicó el estanco del proceso de paz de Arusha.
El proceso de negociación interno será emprendido por Buyoya poco después de llegar al poder, concretamente en mayo de 1997, gracias a la intermediación de la comunidad de Sant Egidio. Las negociaciones serán secretes, se producirán en Roma, y la contraparte será el CNDD. Pero este primer intento de negociación fracasó, recibió duras críticas de los partidos políticos de la oposición (FRODEBU), y supuso el comienzo de fuertes disensiones dentro la UPRONA (que apoyaba a Buyoya). De hecho, la UPRONA, la mayoría de los tutsis y en especial los más extremistas acusaron a Buyoya de traición en haber tratado de negociar con los genocidas (haciendo referencia al CNDD y a las matanzas de 1993). Por su lado, el FRODEBU criticó al Gobierno por establecer negociaciones con un grupo que apoyaba acciones violentas.
El fracaso de las conversaciones con el CNDD hizo que Buyoya propusiera un debate nacional. El Gobierno, según ICG, preparó en agosto de 1997 y en febrero de 1998 conversaciones con los partidos políticos, miembros del Parlamento, el ejército y grupos civiles, pero algunos líderes de UPRONA y PARENA no asistieron. Estos debates nacionales fueron parciales, jy que se excluyó a los insurgentes.
El proceso de negociación externo se percibía como propicio, pero la Cumbre de Arusha en agosto de 1997 no consiguó resolver la crisis, ya que el Gobierno burundés no quiso asistir. En Arusha se endurecieron las condiciones de alzamiento del bloqueo entre las cuales se incluyen la suspensión de juicios a los sospechosos de participar en las matanzas de 1993 o la libertad de movimiento para Bagaza, el presidente del Parlamento y el presidente interino Ntinbantungañoa. Pero con todo y el estancamiento de este proceso, el Gobierno burundés asistió junto con representantes de los grupos insurgentes y de los burundeses en el exilio a las conferencias de paz de la UNESCO (en septiembre de 1997 y marzo de 1998), estas reuniones también fracasaron, ya que no contaron con la presència del FRODEBU interno.
En la Cumbre de Arusha del 15 a 21 de junio de 1998 acudieron 17 partes que estaban involucradas en el conflicto: el Gobierno burundés, el Parlamento, FRODEBU, UPRONA, CNDD, PARENA, PL (Partido Liberal), PIT (Partido per la Independencia de los Trebajadores), PSD (Partido Social Demócrata), ABASA (Alianza Burundoafricana para la Salvación), INKIZO, AVINTWARI, PRP (Partido para la Reconciliación de la Gente), RPB (Asamblea del Pueblo de Burundi), PALIPEHUTU i FROLINA. Además, también estuvo representada la sociedad civil a través de la Cámara de Comercio, organizaciones de mujeres y de jóvenes. En noviembre de 1998 se vuelve a hablar de la necesidad de convocar una sexta ronda negociadora para solucionar el conflicto y llegar a un acuerdo entre los diversos actores.
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Será este año 1996 un año muy movido tanto desde el punto de vista nacional com desde el internacional. Desde el punto de vista internacional, Francia finalizará su cooperación militar con Burundi, a la vez la situación humanitaria llegará a ser insostenible a causa de las matanzas y las violaciones de derechos humanos. De hecho, la guerra civil estará en 1996 en una de sus etapas más duras. Frente a esta situación el presidente interino burundés, Ntibantungañoa, demanda a la Cumbre de Arusha (a finales de junio de 1996) una intervención militar al país.
En 1996, la situación política y social burundesa se complica por momentos y delante de la posibilidad de un golpe de Estado, el presidente interino burundés se refugia en la embajada de los Estados Unidos. Dos días después de este hecho, el 25 de julio de 1996, Pierre Buyoya dirige un golpe de Estado que le llevará por segunda vez en ocho años a la presidencia de la República. Pero el golpe de Estado de Buyoya no era el único golpe programado, también el antiguo dictador Jean-Baptiste Bagaza preparaba un cambio de rumbo con el apoyo de los elementos tutsis más radicalizados.
Buyoya contará, al menos oficialmente, con el consentimiento del Gobierno francès, que en boca del ministro de Asuntos Exteriores, expresará «su confianza en las nuevas autoridades para restablecer la seguridad y el orden». Además, desde Francia se rechaza cualquier intervención internacional en Burundi incluida la posible intervención militar de Tanzania con el apoyo de los Estados Unidos.
Casi una semana después del golpe de Estado de Buyoya, el 31 de julio de 1996, la Cumbre de Arusha compuesta por los presidentes de Tanzania, Ruanda, Uganda, Kenya y el primer ministro de Zaire se reúnen y se adoptan medidad: rechazo del golpe de Estado de Buyoya, restauración del anterior orden constitucional y de la Asamblea Nacional, así como de los partidos políticos, y comenzar de manera immediata e incondicional las negociaciones con todas las partes involucradas en el conflicto bajo la mediación del expresidente de Tanzania, Nyerere, además se pedía el fin de las matanzas y de las masacres.
La posición de estos países se fortalecía con la adopción de sanciones económicas. El objetivo principal de las sanciones era el debilitamiento del Gobierno de Buyoya. Pero las sanciones afectarán, sobre todo, a la población, ya que la economía burundesa se resentía de una crisis económica anterior. Las sanciones económicas afectarán a los sectores más modernos de la economía burundesa, pero también la población urbana, compuesta mayoritariamente per la elite tutsi. De esta manera comienza el bloqueo regional en Burundi, un bloqueo que toma forma definitiva el 2 de agosto cuando la OUA anuncia el cierre de sus relaciones económicas con el pequeño país centroafriacno.
A partir del 2 de agosto nomás será cuestión de días para que se produzca el cierre de las fronteras de Tanzania (5 de agosto) y de Ruanda (8 de agosto). El 17 de agosto, los ministros de Asuntos Exteriores de África oriental decidirán endurecer el bloqueo al Gobierno golpista burundés encabezado por Pierre Buyoya.
La ONU también expresó su repulsa por el golpe de Estado y demandó el retorno del orden constitucional y el inicio de negociaciones para acabar con un conflicto que ponía en peligro a toda la región.
Pero, con todo y la firmeza del bloqueo, lo que parece que respondía a la iniciativa de Tanzania, las muestras de buena voluntad de Buyoya producenen diferentes efectos entre los países de la zona y, en concreto, entre los sectores económicos con intereses en la región. De todas maneras, se puede llegar a poner en duda el bloqueo, ya que aunque las fronteras estaban cerradas el tráfico ilegal era normal. Sectores económicos en Tanzania (la Cámara de Comercio), i a la República Democrática del Congo e, incluso, el Consejo de Ministros de los países de la zona manifestaron su rechazo a la decisió de los jefes de Estado de continuar con el bloqueo. En abril de 1997 se adoptaron medidas de aligeramiento del bloqueo, entre otras se permitió la entrada de ciertos productos (medicinas, material escolar, etc.).
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El asesinato del presidente electo Melchior Ndadaye ilustra las estrechas relaciones entre Burundi y Ruanda, y entre estos dos países y Francia. El 22 de octubre de 1993 desde Burundi se hizo una llamada al Gobierno de Habyarimana (Ruanda) con esta acción Burundi demanda ayuda militar a Ruanda para controlar la grave situación interna del país. Ésta envía la demanda burundesa a Francia donde no se tratará todo y, según André Guichaoua, las fuertes distensiones entre la presidencia y los ministerios competentes.
El 19 de noviembre de 1993, la OUA (Organización para la Unidad Africana) envía la MIPROBU, con un contingente de 200 personas i durante seis meses, para investigar el golpe de Estado y a los asesinos de Ndadaye. Días posteriores se realizaba una manifestación de la oposición tutsi como muestra de su actitud contraria al establecimiento de la MIPROBU. A final de año se produce la demanda de extradición a Uganda, en la que residían dos oficiales implicados en el fallido golpe de Estado. Las pesquisas continuarán y en noviembre de 1994 se arrestan nueve oficiales y suboficiales implicados en el asesinato del presidente electo, que se habían refugiado en Uganda.
Al mismo tiempo, y en vistas de la situación política en Burundi a finales de 1994, la OUA decidió prolongar la MIPROBU hasta marzo de 1995, y en julio de este año es cuando Boutros Boutros Gali anuncia formalmente en la Asamblea General la investigación internacional del fracasado golpe de Estado. Dos meses más tarde, se nombran los componentes de la comisión encargada de este caso y de las masacres de 1993.
En 1995, la situación regional es preocupante. De aquí la reunión de los ministros de Defensa de Ruanda, Burundi y Zaire para decidir medidas conjuntas de prevención de la inseguridad en sus fronteras.
En el ámbiro internacional, el golpe de Estado de Buyoya recibió una reprobación moderada de los países occidentales que se mostraban prudentes a la espera del desarrollo de los acontecimientos antes de pensar seriamente en una intervención militar compleja.
La autoproclamación de Lauren Desirée Kabila como presidente de la República Democrática del Congo cuenta con la la presencia de Buyoya, gesto que se interpreta como el retorno de Burundi a la comunidad política regional.
La Cumbre de Arusha II se hizo en septiembre de 1997 con los seis presidentes de la región presenets, mientras que el conflicto entre Burundi y Tanzania se intensificaba. De hecho Tanzania, junto con Uganda, eran los dos países que apostaban por el mantenimiento del bloqueo inicial en Burundi. De hecho ni Tanzania, ni Kenya ni Uganda han reconocido el Gobierno de Buyoya.
Los recelos de Burundi hacia Tanzania provenían de la relación que tenía este último país con las fuerzas insurgentes de Burundi. De hecho, Tanzania no reconoció el Gobierno de Buyoya y estableció en el edificio de la delegación burundesa en Tanzania el CNDD . Además, desde Bujumbura se acusaba a Tanzania de permitir que desde los campos de refugiados burundeses en territorio tanzano se lanzasen ataques contra Burundi.
Si las relaciones con Tanzania se rompieron, las relaciones con Ruanda no iban por este camino. Ruanda no quería que Burundi se convirtiera en un precedente de la pérdida de poder de los tutsis; de hecho, a Ruanda le interesaba un Ejército burundés bien equipado que pudiera hacer frente a los insurgentes hutus que, además, colaboraban con el derrotado Ejército hutu ruandés y con los interahamwes.
Por su lado, Kabila se convirtió en aliado estratégico de Buyoya a causa de la complicada situación que se vivía en Kivu. En su momento, tanto Ruanda como la República Democrática del Congo anunciaron su decisión de acabar con el bloqueo que se le imponía a Burundi.
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Burundi |
Ruanda |
|
Superficie(km2) |
27.830 |
26.340 |
Población (miles de personas) |
6.221 (1990) |
5.397 (1991) |
Población urbana (%) |
7,7 |
7,7 |
Densidad (ha./km2) |
223,5 |
9;204.9 |
Los datos responden a las cifras de 1996 |
Un país como Burundi con una superficie de 27.830 km2 y una población de 6.221.000 personas observa densidades de 223.5 hab/km2. La mayoría de estas personas, un 92,3% de las cuales, viven en zonas agrícolas y cultivan pequeños terrenos. Así mismo, la mayoría de ellos, 4/5 partes de la población de Burundi en 1995, practican la agricultura de subsistencia. En Ruanda la situación es muy parecida. Ruanda con una superficie de 26.340 km2 tiene una población de 5.397.000 personas (después de las matanzas de 1994 y teniendo en cuenta que mucha población no ha sido contabilizada ya que han huido a otros países), y una densidad en 1996 de 204.9 habitantes/km2 , y al igual que en Burundi, un 92,3% de la población viven en el campo.
Con los datos de los que se dispone se puede decir que la cuestión de la propiedad de tierra es en ambos países un problema relacionado principalmente con el crecimiento de la población y la distribución de la tierra entre la población rural. Pero si la propiedad de la tierra y la superpoblación son problemas importantes en las zonas rurales también se pueden añadir a esta problemática otras cuestiones que empeoran las condiciones de vida de miles de personas. Dentro de estas problemáticas se pueden destacar las repercusiones ecológicas que la erosión del suelo provoca debido a la forma de cultivo que se practica, eso sin dejar atrás otros problemas como la deforestación y las sequías en las cosechas y, por tanto, a la gente que cultiva la tierra.
La sobrepoblación y el control de la tierra han surgido como factores explicativos de un problema que se ha planteado en diversas ocasiones en las historias recientes de ambos países: el retorno de los refugiados. Si el reparto de la tierra plantea un problema social grave, en cierta medida, la huida de los refugiados lo palió. El retorno de éstos a sus casas y propiedades reanima el problema de la redistribución de la tierra que se transformó en muchas ocasiones, en propiedad de los que se habían quedado en el país. Por otro lado, el Estado no puede, por falta de medios y/o de forma intencionada, acoger en las poblaciones que vuelven y en muchos casos ni siquiera se puede garantizar la seguridad de éstos dentro del territorio.
La riqueza y el poder se concentran en pocas manos y suelen estar, geográficamente hablando, en las personalidades de la política, negocios, administración, etc. pertenecientes a las regiones del sur y conformaban la oligarquía burundesa, la Administración y también el ejército. Además las clases gobernantes no han visto reducido su poder por la guerra, si bien al contrario, lo han aumentado gracias al clientelismo que se practica. De hecho, según ICG cada vez menos gente tiene acceso a los recursos estatales, cuestión que puede percibirse como la razón de un posible descontento futuro en la mayoría de la población
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Los días siguientes al asesinato del presidente electo Melchior Ndadaye en octubre de 1993 supusieron el inicio de una serie de masacres que afectaron tanto a tutsis como hutus de la oposición y que fueron instigades por los grupos extremistas hutus. El meido a ser asesinado y el récord de matanzas anteriores hizo estallar la violencia en el campo. Pero a pesar de todo, se puede considerar que era una violencia dirigida, programada? Según MSF, las masacres que se cometieron en el campo burundés tenían un esquema de acción concreto, que se materializaba en la obstrucción de las vías de salida de la población, su detención e inmovilización y, posteriormente, su muerte. Si las matanzas de 1993 tuvieron la connivencia, en algunos casos, de gobiernos municipales «conscienciados», el ejército también actuó y se involucró en las matanzas, en este caso de hutus, en su mayoría campesinos. Las matanzas multiplicaron, al principio per el miedo y después por la venganza personal. Como resultado: un número incontable de víctimas, y oleadas sucesivas de refugiados, la primera, de unas 300.000 personas casi todas hutus huyeron a Ruanda, semanas después 400.000 personas más huyeron hacia Ruanda, Zaire y Tanzania.
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En 1990 aparece la primera organización de defensa de los derechos humanos en Burundi: ITEKA, que será precedida por SONERA creada en 1991.
Según MSF, los refugiados de 1988 vuelven a Burundi después de las medidas de unidad nacional de Buyoya (1988-1993), asimismo las personas que huyeron del país a causa de las matanzas anteriores a la de 1988 también comienzan a volver. El asesinato del presidente Ndadaye provocó en 1993 una matanza en Burundi. Muchas personas (se calcula que unas 700.000, según MSF) tuvieron que huir hacia Zaire, Ruanda o Tanzania. Su huida acababa en campos de refugiados que se caracterizaban por la sobrepoblación, los alimentos insuficientes y enfermedades. La ayuda internacional tardó. Eso, junto con la descoordinación organizativa, tuvo como resultado miles de refugiados muertos.
Los primeros meses de 1994 comenazron a llegar a Burundi los refugiados que habían huido a Tanzania y, también, los que estaban en Ruanda como consecuencia, estos últimos, de la crisis que afectaba el país. Por su lado, los tutsis y hutus próximos a la UPRONA se desplazaron hacia la capital, Bujumbura, o quedan en campamentos protegidos per el ejército.
Respecto a los refugiados, en 1997 había centenares de miles de refugiados en Tanzania y Ruanda. Aquellos que decidieron volver a Burundi viven en condiciones de inseguridad y muchos de ellos, según Amnistía Internacional, parecen coaccionados.
El segundo golpe de Estado de Buyoya (julio de 1996) provocó también una serie de matanzas, según International Crisis Group, como es el caso de unos estudiantes tutsis que asesinaron a 23 compañeros de clase que eran hutus en presencia de soldados tutsis (que no actuaron) o el asesinato de más de 150 hutus por parte del ejército. Además, después del golpe de Estado, Buyoya anunció la continuación y endurecimiento de las ofensivas del ejército burundés contra las milicias hutus.
Se han producido, según Amnistía Internacional, violaciones de los derechos humanos por parte de las fuerzas armades burundeses y de los grupos rebeldes y, sobre todo, estas violaciones se han producido durante los procesos de reagrupamiento de población. Se han llevado a cabo diferantes asesinatos en Burundi tanto por parte de las autoridades militares tusis como por los rebeldes hutus, pero según Amnistía Internacional, resulta difícil aclarar la autoría de los hechos. Las matanzas por parte de las fuerzas de seguridad han continuado, las víctimas han sido casi siempre civiles desarmados.
Además, las fuerzas de seguridad ruandesas son acusadas de ejecuciones extrajudiciales, y también de arrestar personas que habían manifestado su oposición al Gobierno de Buyoya, entre los cuales había religiosos. Otras personas fueron acusadas de pertenecer a grupos armados, sobre todo jóvenes hutus. Y los juicios a los cuales se han sometido no se caracterizan por ser justos, según Amnistía Internacional se dictaron como mínimo cien sentencias de muerte, la mayoría eran declaradas culpables en relación con las matanzas de 1993.
A los presos burundeses, según Amnistía Internacional, se practican con cotidianeidad los maltratos y la tortura.
Para más información podéis consultar http://www.amnesty.org/cgi-bin/aisearch
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Uno de los puntos clave del régimen de Buyoya y, per extensión, de la historia de Burundi desde su independencia es el papel jugado por el ejército burundés. El ejército junto con otras instancias muy relacionadas con el Gobierno y con el mantenimiento de la estabilidad de la nación son casi monoétnicas (tutsi).
A la vez, el ejército es un puntal del Gobierno burundés que ha de ser reformado. Posiblemente en las negociaciones de Arusha se trate este tema: la reforma del ejército. Un tema que Buyoya ha dejado u poco de lado para asegurarse del apoyo de esta institución.
Burundi |
Ruanda |
Keny |
Tanzania |
|
Población (miles de personas) |
6.221 |
5.397 |
27.799 |
30.799 |
Ejército (miles de hombres) |
22 |
33 |
24,2 |
34,6 |
Gasto público en Educación |
3,8m |
3,7k |
6,8c |
5,0i |
Defensa |
5,3a |
4,4a |
2,3a |
2,7a |
m:1992 |
Los gastos militares del Gobierno de Burundi han experimentado un crecimiento importante desde 1994.
Años |
Miles de francos |
1988 |
4.809 |
1989 |
6.014 |
1990 |
6.782 |
1991 |
7.760 |
1992 |
7.760 |
1993 |
8.121 |
1994 |
7.760 |
1995 |
8.805 |
1996 |
10.589 |
1997 |
10.517 |
1998 |
20.199 |
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Burundi forma parte, entre otros, de la Interpol , Banco de Desarrollo Africano , Agencia para la Cooperación Cultural y Técnica, G-77, Comunidad Económica de los Países de los Grandes Lagos, Comunidad Económica de los Estados de África Central, Organización para la Unidad Africana o del Movimiento de los No Alineados.
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