Un grito en el desierto

La situación de la RASD y de los saharauis: entre el colonialismo y el neocolonialismo

¿Qué es de los saharauis que viven en los campos de refugiados de Tindouf? ¿Cuál es el futuro que les aguarda? Recodemos que cerca de medio millón de personas están viviendo en la actualidad en una zona desértica, cedida por Argelia, en condiciones extremas reclamando un derecho. Puede que sea esta última cuestión, reclamar el derecho a la autodeterminación, lo que más ha centrado la atención internacional, junto a los obstáculos presentados por Marruecos y la movilización social internacional generada por el conflicto.

Pero enmarcar el conflicto en un sí o un no al derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui es, en cierta medida, incidir en una resolución que ya se adoptó en su momento en Naciones Unidas y que está reconocida por el derecho internacional. Es evidente que los saharauis tienen derecho a su autodeterminación. Pero el derecho que enuncian los saharauis y gran parte de la comunidad internacional (y la sociedad civil que les apoya) así como los saharauis que viven en Tindouf se ha convertido, involuntariamente, en un elemento que entra en juego en una partida de ajedrez que tiene repercusiones a nivel regional.

Marruecos y Argelia, principalmente, aunque también Mauritania, y en el otro lado del Mediterráneo, Francia y España, así como diversas compañías petroleras, de extracción y explotación de recursos naturales, etc y los Estados Unidos son otros actores, más o menos conocidos, que intervienen en un conflicto en el que la exigencia del derecho reconocido y legítimo a la autodeterminación del pueblo saharaui es únicamente una pieza que se mueve en función de los diferentes intereses económicos, comerciales y geo-estratégicos.

Por un lado, Marruecos y Argelia son dos potencias regionales que, desde hace muchas décadas, luchan por conseguir la hegemonía sobre la zona. Asimismo, los dos países enfrentan situaciones políticas, sociales y económicas delicadas.

En el caso de Marruecos, la herencia política del rey Mohamed VI incluye los dos pilares fundamentales alrededor de los que su padre hizo girar el actual Marruecos: en primer lugar, el 'respeto' al rey a los amplios márgenes de control político que este ejerce, y en segundo lugar, el Sáhara (al que se destinan abultadas e imprecisas partidas presupuestarias así como una parte importante del contingente del ejército marroquí). Lo que se llaman las provincias del sur forman parte de un imaginario común con fuertes raíces y capacidad de movilización y cohesión social en la sociedad marroquí y que tiene en la Marcha Verde su expresión más grandilocuente. Pero la marroquí es también una sociedad golpeada por el paro, por el analfabetismo, por la pobreza o por la falta de expectativas laborales -en especial- de la gente joven. La población marroquí también es objeto, por una parte, de la creciente influencia del movimiento islamista (que ofrece a una parte de la sociedad marroquí los servicios de asistencia básica que el estado no asume), y por la otra, de las resistencias al cambio del llamado majzen (la élite política, económica y social marroquí).

Marruecos es uno de los principales aliados de Estados Unidos en la zona así como de Francia, y uno de los principales receptores de los movimientos de industrias que provoca la globalización y que comienza a llenar el paisaje marroquí -entre otras- de los que conocemos como maquilas. Muchas empresas, sobre todo textiles, pero también de telefonía y hosteleras, tienen un importante capital español. De esta manera, se introduce un nuevo elemento en el ya complicado paisaje marroquí, aunque a corto plazo la implantación de industrias podría representar una pequeña burbuja de oxígeno para una población afectada por un 20-30% -varía en función de las fuentes- de paro, esta nueva implantación industrial genera problemáticas ligadas con las -en ocasiones, vejantes- condiciones laborales impuestas por las industrias y por la falta de infraestructuras -que dificultan la vida cotidiana- de las nuevas aglomeraciones humanas.

En el caso de Argelia, las tensiones sociales, el deterioro económico de la mayoría de la población causado por la falta de una política de redistribución estatal adecuada, las disputas sociales constantes y el inmovilismo político (que se incrementó y consolidó a partir del golpe de estado militar de 1992) son características del país.

Pero estos países tienen en común su importancia geo-estratégica, la pugna que desde hace décadas los enfrenta por alzarse con la hegemonía en el área geográfica del Magreb y los intereses (políticos, militares, económicos, ...) que implican directamente al Sáhara Occidental y la autodeterminación del pueblo saharaui, pero que tienen también incidencia en las economías y políticas de estos dos estados.

La actual situación de ocupación del territorio saharaui permite que Marruecos, sin soberanía jurídica sobre este territorio, pueda negociar con la Unión Europea todas aquellas cuestiones relativas a la pesca y que afectan en una parte importante a caladeros que pertenecen a la cosa saharaui. Estas negociaciones, que han pasado por diferentes fases y tensiones continuas -en relación sobre todo a las duras condiciones impuestas por Marruecos a la flota pesquera, mayoritariamente española-, es uno de los elementos que, junto con el control de los flujos migratorios, utiliza Marruecos para presionar a España -e indirectamente a la Unión Europea- y resituar su política mediterránea y también sus inversiones. Asimismo, los intensos rumores sobre posibles prospecciones petroleras por parte de una empresa norte-americana (Kerr-McGee) y posiblemente también por parte de TotalFinaElf en zonas ocupadas del Sáhara hacen presagiar que este territorio representa para Marruecos una nueva fuente de financiación y de recursos.

Por su parte, un Sáhara Occidental independiente supondría para Argelia alzarse casi de forma automática como potencia en el Magreb con un socio leal estratégicamente colocado en la frontera sur de Marruecos. A su vez, también implicaría una salida al Atlántico para Argelia. Este país, es también uno de los ejes geo-estratégicos importantes para Francia -ex-metrópolis- pero también para España (empresas españolas de hidrocarburos mantienen sólidas relaciones con aquel país). Estos, como miembros de la Unión Europea, toleraron la consolidación en el poder de la vieja y corrupta oligarquía militar argelina bajo la excusa de la imposibilidad de permitir el ascenso democrático del partido islamista moderado FIS en 1992.

Pero, pese a la existencia y consideración de estas situaciones y la toma de conciencia entorno a su existencia e influencia no se ha de obviar el derecho de los saharauis a su autodeterminación. El pueblo saharaui tiene derecho a caminar por el mismo camino que emprendieron los países vecinos (el mismo Marruecos en 1956 y Argelia en 1962). Tiene derecho a vivir dignamente. Tiene derecho a ejercer lo que legalmente le pertoca y a ser desvictimizado. También es necesario resituar los análisis y las problemáticas así como las situaciones internas que golpean a los países de alrededor. Las inestabilidades internas de estos países no vienen generadas por la situación en el Sáhara sino que se consolidan perpetuando la situación. Mientras que su origen está en la estructura de poder, en las desigualdades sociales y económicas, en la falta de un estado con una mínima estructura de protección social, en la falta de democracia, de respeto de las libertades individuales y también colectivas, y en el apoyo exterior a regímenes autoritarios o con un fuerte componente autoritario que aseguran lucrativas ganancias para las empresas extranjeras y posiciones de privilegio para determinados estados, algunos de ellos, europeos.


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