Una de cal y otra de arena en los Balcanes

Tras casi dos años de silencio informativo, estamos asistiendo en los últimos días a un generoso aumento de las informaciones provenientes de los Balcanes. Como todo en los Balcanes, las noticias son de signo diferente, y provocan sentimientos y pensamientos encontrados. Por un lado, Slobodan Milosevic ha sido entregado al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, sin duda un hecho histórico, y por otro, los fantasmas de la guerra y del odio vuelven a sobrevolar los Balcanes. Macedonia está al borde (si no lo está ya) de la guerra civil. Eslavos y albaneses, que hasta hace menos de un año eran un ejemplo para los Balcanes, consecución de la independencia sin disparar un solo tiro y convivencia entre sus distintos grupos de población, hoy están preparando las armas.

Tras diez años y cuatro guerras, Slobodan Milosevic ha recalado en la prisión especial del TPI para la ex Yugoslavia (Scheveningen) en Holanda. Durante diez años Milosevic ha capitaneado el nacionalismo serbio con mano de hierro, y ha intentado "defender" al pueblo serbio, primero de los enemigos internos de la antigua federación yugoslava, y más tarde del "complot internacional" que intentó destruir la República Federal de Yugoslavia. Lo cierto es que Milosevic se ha quedado casi sólo en su cada vez más pequeña gran Serbia. El día 28 de junio de 2001, su pueblo (o al menos una parte importante de él) lo entregó a la justicia internacional. Sin menos cabo de la importancia de este hecho –primer antiguo jefe de estado que pasará por un Tribunal Penal Internacional-, hecho que celebramos intensamente, los ciudadanos no debemos conformarnos con este paso. El TPI para la Ex Yugoslavia, es un tribual ad hoc, es decir, creado después de los hechos, circunscrito a un espacio y a un período de tiempo determinado, y con un carácter más político que jurídico, similar a los que se pusieron en marcha después de la 2ª Guerra Mundial (Tokio y Nuremberg). Los Estados Unidos han presionado mucho a las nuevas autoridades serbias, y es extraño, porque es bien conocida su postura en contra de la creación de una justicia internacional. Pero no es contradictorio. La verdadera justicia internacional será aquella que sea puesta en práctica por órganos permanentes, como el futuro Tribunal Penal Internacional, y con un fiscal que actúe de la forma más autónomamente posible. Los Estados Unidos no desean ese tipo de justicia internacional, desean una justicia que sólo exista si a ellos y a sus aliados les interesa. La nueva administración Bush desarrollará, seguramente, la política exterior más unilateral desde la era Reagan. Saludamos la detención y el juicio de Slovodan Milosevic, pero para nada podemos quedarnos satisfechos. Esta es sólo una etapa en la evolución de la sociedad internacional, que debe concluir con una verdadera internacionalización de la justicia y el respeto por los derechos humanos. Hoy se juzga a un dirigente de una nación que durante 10 años ha sido la mala oficial (junto con Irak), esperemos que sea sólo el primero de muchos en rendir cuentas ante un Tribunal Penal Internacional.

La buena noticia de la extradición y probable enjuiciamiento de Slobodan Milosevic se ha visto empañada por la situación en la FYROM (Former Yugoslav Republic of Macedonia / Antigua República Yugoslava de Macedonia). El conflicto en Macedonia ha aparecido con fuerza en lo que va de año, y amenaza con convertirse en la primera guerra balcánica del siglo. Miembros de la Fundació Solidaritat UB han visitado el país en dos ocasiones en los últimos seis meses, y han podido constatar la peligrosa deriva del país hacia la guerra. Macedonia fue la única república yugoslava que se independizó sin violencia, y en donde la convivencia entre eslavos y albaneses, parecía buena, o al menos no susceptible de generar una guerra civil. Es verdad que desde la independencia, el nuevo país tenía pendiente una adecuación de su constitución a la realidad de la población del país. El último censo realizado en Macedonia arrojaba que el 66,6 % de la población era eslava, el 22.7 % albanesa, un 4 % turca, un 2,1 % serbia (también eslava) y un 2,2 % gitana. Son datos de 1994, en la actualidad se cree que la población

albanesa ha crecido mucho (debido a su alta tasa de crecimiento demográfico y los refugiados que aún no han podido volver a Kosovo), y que podría ser ya el 35% de la población. El gobierno macedonio no ha actualizado el censo desde 1994, y esa era precisamente una de las principales reivindicaciones de los partidos albaneses. A pesar de todo es necesario tener en cuenta que, hasta antes de los últimos incidentes y la aparición del UÇK en Macedonia, los partidos albaneses formaban parte del gobierno del país. La situación en Macedonia no era, ni mucho menos, una situación como la de Kosovo. Es por eso precisamente que ha sorprendido la aparición de la guerrilla albanesa en Macedonia. Los problemas del censo, del idioma albanés en el sistema educativo, o la adecuación del estatus de la comunidad albanesa en el seno de la república, parecían temas a solucionar en la arena política más que a tiros en las montañas. Los eslavos macedonios (incluido el gobierno) argumentan que es una guerrilla infiltrada desde Kosovo y Albania, y critican la pasividad de la KFOR en el control de la frontera entre la provincia de Kosovo y Macedonia. La presencia de la guerrilla albanesa en Macedonia no parecía demasiado lógica al menos hace unos meses, de ahí también las voces que reclaman que su presencia es debida a otros intereses que para nada tienen que ver con los derechos humanos de los albaneses de Macedonia. Lo único que es cierto es que el conflicto ha dado un salto cualitativo muy importante en los últimos meses, pasando de una situación de calma y paz, sólo amenazada por la inestabilidad y el conflicto en el vecino Kosovo, a una situación de pre-guerra en la que los odios étnicos han vuelto a resurgir con fuerza. La OTAN está ya preparada para desplegar sus fuerzas para pacificar la zona y desarmar a la guerrilla albanesa, sólo es necesario un acuerdo entre las partes. Ese sería el mejor de los escenarios posibles, cualquier otro escenario, o salida hacia delante de cualquiera de sus actores nos situaría ante una nueva guerra en los Balcanes.

Jordi Cortés

Coordinador de l’Observatori Solidaritat

jcortes@pu.ges.ub.es