Hace apenas un año que este país parecía distinto. Por lo menos eso pensamos cerca de 6 mil personas que asistimos a Aguascalientes, Chiapas, a fundar la Convención Nacional Democrática. Cerca de las elecciones federales del 21 de agosto y de un ascenso sostenido de las luchas sociales durante todo 1994, la transición hacia la democracia era un punto de llegada tan viable como seguro.
Desde entonces las cosas cambiaron para todos. Y lo hicieron dibujando una extraña paradoja. Los de arriba siguieron su guerra interna con mayor intensidad que nunca. El maquillaje de una economia boyante se borró. Las pruebas del financiamiento ilegitimo del PRI, tantas veces denunciado, se hicieron públicas. Uno tras otro, en los diversos comicios estatales, el otrora partido invencible, sus resultados han sido mas bien limitados. No hya punto de la geografía hacional en el que no existan conflictos sociales de relativa envergadura, pero simultáneamente, las respuestas que arrancan a sus demandas son escasas. El instrumento creados hace una ño para navegrar a través de las tormentas hacia el puerto de la democracia, la CND, ha tenido dificultades para sobrevivir.
Mientras tanto, quienes con su rebelión precipitaron el que nuestro país redescubriera su realidad profunda, resisten en el sur la ofensiva en su contra. Hoy, se puede señalar sobre ellos, lo mismo que hace 45 años dijo el simpre presente José Revueltas a proposito de de la Caravana de los Mineros de Nueva Rosita: “pienso en aquellos que sin darse cuenta de lo que dicen, afirman que los mineros estan manejados por fuerzas ocultas. Pienso en ellos y creo que tienen razon: los mineros se mueven bajo el impulso de las implacables y poderosas fuerzas ocultas que laten dentro de su propio corazón. Estas fuerzas invisibles, quecuando se hacen conscientes en el alma del pueblo, son capaces de destruir y construir un mundo”.
Los zapatistas de hoy, como los mineros de ayer, han encontrado en su alma las fuerzas capaces de transformar este mundo. La Consulta a la que nos han convocado busca poner en constancia los hallazgos de su corazon con las necesidades de éste país. Hagamos de ella el instrumento que sirva no sólo para pagarles la deuda que tenemos, sino para volver al optimismo de hace un año. El optimismo que nace de saber que el cambio es posible y necesario, que está más cerca de lo que imaginamos, y que el que sea viable depende de lo que hagamos todos los días.