Aguascalientes, Chiapas, un cuartel, un bunker, una fábrica de armas, un centro de adiestramiento militar.. una bodega de explosivos. Aguascalientes, Chiapas, el Arca de No¿, la Torre de Babel, el barco selvático de Fitzcarraldo, el delirio de] ncozapatismo, el navío pirata...
La paradoja anacrónico, la tierna locura de los sin rostro, el despropósito de un movimiento civil en diálogo con un movimiento armado...
Aguascalientes, Chiapas. la esperanza en gradas escalonadas, la esperanza en las palmitas que presiden la escalera, para mejor asaltar el cielo, la esperanza en el caracol marino que desde la selva por el aire llama, la esperanza de los que no vinieron pero están, la esperanza de que las flores que en otra tierra mueren, en esta vivan...
Y antes de Aguascalicntes, ellos,dijeron que era una locura, que nadie podía, desde el límite que marcan fusiles y pasamontañas, tener éxito en convocar a una reunión electoral en vísperas electorales. Y antes de Aguascalientes, ellos dijeron que ninguna persona sensata iba a responder al llamado de un grupo rebelde, proscrito de la ley, que poco o mucho se sabe, la luz que iluminó enero, el lenguaje obsesivo tratando de recuperar viejas y gastadas palabras: democracia, libertad, justicia.
Los rostros amordazados, el paso nocturno, la montaña habilitada corno esperanza, la sola mirada indígena, que desde centurias nos persigue nuestro atropellado intento de modernización, el necio rechazar limosnas para exigir el aparentemente absurdo: pira todos todo, nida para nosotros...
Y antes de Aguasealicntes, ellos dijeron que el miedo, el dulce terror que alimenta desde su nacimiento a las gentes buenas de éste país, acabaría por imponerse, que la evidencia y comodidad del nada hacer, del sentarse a esperar a oliscívar, a apliudir o abuchear a los actores de esta comedia atiiarga que llaman patria, reinaría junto a otras evidencias, en el renombrado nombre del pueblo de México, la sociedad civil...
Y antes de Aguascalientes. ellos dijeron que no habría problema, que la convocatoria a un diálogo entre un grupo de transgrcsores de la ley y una masa informe desorganizada y fragmentada hasta el macrocosmos familiar, la llamada sociedad civil, no tendría eco ni ctusa común, que la dispersión reunida, sólo puede causar una dispersión potenciada hasta la inmovilidad...
Y antes de Aguascalientes., nosotros dijimos que sí, que era una locura. que desde el horizonte que abren fusiles v pasamontañas sí se podi¿i convocar a una reunion nacional en vísperas electorales y tener éxito, ¿quieren un espejo?...
Y antes de Aguascalientes, nosotros dijimos que el tiempo sobraba, que lo que faltaba era vergüenza por el miedo a probar a ser mejores, que el problema de la Torre de Babel no estuvo en el proyecto sino en la falta de un buen sistemi de enlace y un equipo de traducción.
El fracaso estaba en el mal intentar, en el sentarse a ver cómo se levantaba la torre, como se detenía, como se detenía, cómo se derrumbaba. En sentarse a ver como la historia daría cuenta, no de la torre, sino de los que se sentaron a esperar su fracaso...
Que el miedo a permanecer como espectadores sea rnayor al miedo a intentar buscar un punto coúnn, algo que una, algo que pueda transformar esta comedia en historia.
Y antes de Aguascalientes, nosotros dijimos que las diferencias que nos fragmentaban y enfrentan unos contra los otros no nos impedirían voltear hacia el mismo punto: el sistema de obviedades que castran, de evidencias que oprimen, de lugares comunes que asesinan. El sistema de partido, de Estado y los absurdos que en el cobran validez e institucionalidad. La dictadura hereditaria, el arrinconar la lucha por la democracia, la libertad y la justicia, en el lugar de los imposibles, de las utopías. La burla clectoral elevada en la imagen de la alquirnia computacional, al status de monumento nacional, la miseria y la ignorancia como vocación histórica de los desposeídos, la dcmocracia lavada con detergente de importación y agua de tanques antimotines...
Y antes de Aguascalientes, nosotros dijimos que no habría que oponerse a la celebración de la CND que seria precisamente eso, ni más ni menos que una celebración, la celebración de¡ miedo roto), de¡ primer y titubeante paso de la posibilidad de ofrecer a la nación un Ya basta que no tenga sólo voz indígena y campesina, un Ya basta que no tenga sólo voz indígena y campesina, un Ya Basta que sume, que multiplique, que reproduzca, que triunfe, que puede ser la celebración de un descubrimiento: el de sabernos, no ya con vocación de derrota, sino de pensarnos con la posibilidad de victoria del lado nuestro.
A eso apostamos, por eso la voluntad anónima y colectiva que sólo tiene por rostro una estrella roja de cinco puntas, símbolo de humanidad y de lucha, y por nombre cuatro letras, símbolo de rebeldía, levantado en este lugar olvidado de la historia, de los estudios gubernamentales, de los tratados internacionales, de los mapas y rutas de dinero, esta construccion que llammos Aguascalientes, en memoria de intentos anteriores de unir la esperanza...
Por eso levantamos Aguascalientes, como sede de una reunión que si fracasa nos obligará de nuevo a llevar adelante con fuego el derecho de todos a un lugar en la historia...
Queremos decir por si alguien lo duda, que no nos arrepentimos de habernos alzado en armas contra el supremo goierno, que reiteramos que no nos dejron camino, que no renegamos de nuestro paso armado ni de nuestro rostro amordazado, que no lamentamos nuestros muertos, que estamos orgullosos de ellos y que estamos dispuestos a poner más sangre y mas muerte si ese es el precio para logarar el cambio democratico en Mexico.
Queremos decir que nos dejan inamovibles las acusaciones de ser sacerdotes del martirologio, de ser belicistas, que no nos atraen los cantos de sirenas y angeles para darnos acceso a un mundo que nos mira con desprecio y desconfianza, que escatima el valor de nuestra sangre y ofrece fama a cambio de dignidad. No nos interesa vivir como ahora se vive, mucho se ha preguntado con la perversidad inquisitiva del que busca confirmar supuestos, qué es lo que pretenden los zapatistas de esta CND; un trato civil, responden unos; las ocho columnas de la prensa nacional e internacional, argumentan otros; una nueva justificación para su afán belicista, dicen algunos; un aval civil a la guerra, aventuran en otro lado; la plataforma de resurrección para el mundo olvidado del sistema, en algún partido oficial mientras ponen precio al partido oficial; un espacio para disfrutar el liderazgo de un izquierda sin vida aparente, murmuran en la oposición; el aal para una claudicación, sentencian en la ultratumba conspirativa de la que puede salir eventualmente la bala que pretenda acallarnos; la plataforma para que Marcos negocie un puesto en la próxima administración de la modernidad, deduce alguna brillante columna de algún analista brillante, eso sí, de opacas intrigas políticas.
Hoy, frente a esta CND, el EZLN responde a la pregunta: ¿qué esperan los zapatistas de la CND? No un brazo civil que alargue el siniestro brazo de la guerra hasta todos los rincones de la patria, no la promoción periodística que reduce la lucha por la dignidad a una nota c,;porádica de primera plana, no más argutnentos para adonar nuestro traje d fuego y muerte, no un escalón para cálculos de políticos, de grupos y subgrupos de poder, no el dudosos honor de ser variguardit histórica de las múltiples vanguardias (lue padecemos, no el pretexto para traicionar ideales y muertes que llevamos con orgullo como herencia, no un trampolin para lograr un e--scritorio, en una oficina, í en un despacho, en un gobierno, en un país.
No la designación de un gobierno interino, no la redacción de una nueva Constitución, no la cortfbnnación de un nuevo constituyente, no el aval para un candidito a la llresidencia de la República del dolor y el confonnismo, no la guerra.
Si al inicio de una construcción mayor que la de Aguascalicnies, la construcción de una paz con dignidad, si al inicio de un esfuerzo mayor que el que vino a desembocar en Aguascalíentes, el esfuerzo por un cambio democrático que incluye la libertad y la justicia para los mayoritarios en el olvido.
Sí el inicio del fin de una larga pesadilla de esto que grotescamcnte se llama ilistoria de México, sí el momento para deciric a todos que no queremos ni podemos ocupar el lugar que algunos esperan que ocupemos, el lugar del que emanen todas las opiniones, todas las rutas, todas las respuestas, todas las verdades, no lo vamos a hacer. Esperarnos de la CND la oportunidad de buscar y de encontir alguien a quien entregarle esta bandera, la bandera que encontramos sola y olvidada en los palacios del poder, la I)andera que arrancamos con nuestra sangre de la apenadi prisión de los museos, la bandera que cuidamos día y noche, que nos acompañó en la guerra y que queremos tener en la paz, la bandera que hoy entregamos a la CND, no para que la retenga y la escatime al resto de la nación, no para suplantar probables protagonismos armados, comprobados protagonismos civiles, no para abrogarse representatividad y mesianismos.
Sí para luchar porque todos los mexicanos la vuelvan a hacer suya, para que vuelva a ser la BANDERA NACIONAL, su bandera compañeros.
Esperarnos de esta CND la palabra verdadera, la palabra de paz, pero no la palabra de claudicación en la lucha democrática; la palabra de paz, pero no la palabra de renuncia a la lucha por la libertad; la palabra de paz, pero no la palabra de coinplicidad pacifista con la injusticia.
Esperamos de esta CND la capacidad de entender que el derecho de llamarse representativa
De los sentimientos de la nación no es un resolutivo que se apruebe por votación o consenso, sino algo que tiene que ganarse todavía en los barrios, en los ejidos, en las colonias, en las comunidades indígenes, en escuelas Y universidades, en las fábricas, en las empresas, en los centros de investigación científica, en los centros culturales y artísticos, en los rincones todos de este país...
Esperarnos de esta CND la madurez para no convertir este espacio en una ajuste de cuentas interno, estéril y castrante.
Esperamos de esta CND, finalmente, un llamado colectivo a luchar por lo que nos pertenece, por lo que es razón y derecho de las gentes buenas, únicamente por nuestro lugar en la historia. No es nuestro tiempo, no es la hora de las armas, nos hacernos a un lado. pero no nos vamos. Esperaremos hasta que se abra el horizonte o ya no seamos necesarios, hasta que ya no seamos posibles, nosotros, los muertos de siempre, los que tenemos que morir de nuevo para vivir. Esperaremos de esta CND una oportunidad, la oportunidad que nos negaron los que gobiernan este país, la oportunidad de regresar con dignidad después de] deber cumplido a nuestro estar bajo tierra.
La oportunidad de volver otra vez al silencio que callamos, a la noche de la que salimos, a la muerte que habitamos, la oportunidad de desaparecer de la misma forma en que aparecimos. de madrugada, sin rostro, sin futuro. La oportunidad de volver al fondo de la historia, del sueiío, de la montaña.
Se ha dicho erroncamente que los zipatistas han puesto un plazo para reiniciar la guerra, que si el 21 de agosto no salen las cosas como quieren los zapatistas la guerra va a empezar. Mienten, al pueblo mexicano nadie, ni siquiera el EZLN, le puede imponer plazos ni dar ultimátums.
Para el EZLN no hay más plazos que el que las movilizaciones civiles y pacificas determinen. A ellas nos subordinamos, incluso, hasta desaparecernos como alternativa.
No vendrá de nosotros el reinicio de la guerra, no hay ultimátums zapatistas para la sociedad civil. esperaremos, resistiremos, somos expertos en eso.
Luchen. Luchen sin descanso. Luchen y derroten al gobierno, Luchen y dwotenos. Nunca será tan dulce la derrota, como si el tránsito pacífico a la democracia, la dignidad y la justicia, resulta vencedor..
Sí, para discutirá acordaría organización civil, pacífica, popular y nacional de la lucha por la democracia, la libertad y la justicia. El CCRI-CG del EZLN les entrega ahora la bandera nacional, para recordarles lo que ella significa: Patria, Historia, Naci¿>r4 y comprometerlos en lo que debe significar: democracia, libertad y justicia.
Salud, hertnanos convencionistas. Por ustedes se levantó Aguasealientes. Para ustedes se construyó, en medio de un territorio en armas, este espacio para una paz con justicia y dignidad.
Muchas gracias.
Desde las montañas del Sureste mexicano.
Comité Clandestino Revolucion4ririo Indígena-
Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México, agosto de 1994.