Tras 65 años de gobierno el sistema político mexicano muestra síntomas de descomposición. En la víspera de las últimas elecciones del siglo, el país se encuentra sacudido por las mismas contradicciones que provocaron una revolución en 1910 y obligaron a un Congreso Constituyente siete años después.
Este año, que nació con el viento
del sur, se nos revelaron las muestras de ese México que habríamos
preferido olvidar con los libros de texto: la creciente desigualdad resultado
del despojo de la mayoría de la población de sus bienes, su
tierra y su trabajo, PO r parte de una oligarquía depredadora y de
sus representantes en el gobierno; el descrédito absoluto de las
formas de gobierno y de elección; la miseria insultante a lo largo
del país; la estratificación de la sociedad con base en el
racismo y la discriminación; el rencor Y la ignominia acumulados
por el engafío; el clima de violencia e inseguridad que genera un
poder convertido en promotor del crimen, la corrupción Y el amafiamiento.
En fin, acudimos a la derrota del sistema ideado por losjefes militares
res,olucionaiios para apaciguar el país -los pocos que sobrevivieron
a la revolución y no murieron en un cotnplot criminal. Acudimos también
al descrédito del proyecto que pretende el desarrollo del país
a costa de la soberanía.
El sistema de partido de Estado creó un poder absoluto que no sólo
fue un factor de estabilidad en los aciagos afios postrevolucionarios, sino
que permitió el control de la población mediante la despolitización
y la desinformación de los trabajadores del campo y la ciudad, mediante
una relación clientelar que traicionaba el espíritu que dio
origen a la Revolución hlexicana.
Esto se ha hecho pttente ahora que sale a note la inmundicia escondida tras
la aparente institucionalidad del régimen: subordinación total
a la burguesía, lo que hace al gobierno no sólo impopular,
sino incapaz de resolver las demandas de la población; sometimiento
vergonzante de los tribunales de justicia al Presidente; confrontación
violenta de los grupos de interés prilsta, lo que provoca una guerra
sucia secreta en las esferas del poder que está detrás de
los asesinatos y los secuestros, recientes; intervención feroz del
nar-cotráfico en todos los niveles del gobierno, lo que lo convierte'cn
el poder más incluyente del país; descrédito de los
partidos políticos, aparatos sin representación que reproducen
los vicios del partido oficial, y que sólo fortalecen las estructuras
de dominación, etc. Este sistema de gobierno, esencialmente antidemocrático,
es hoy el origen de¡ miedo, la itunoralid4 la miseria, la violencia
y la incertidumbre Política que vivimos (el asesinato de Colosio
es el ejemplo más claro de esta descomposición).
Sin embargo, la lucha por la recuperación de la soberatlía
y la dignidad ha comenzado. El vacío de poder que conlleva esta crisis
ha e permitido que muchos grupos, desde narros hasta dinos, intervengan
de manera indiscriminado irresponsable en la vida política. Pero
este vacío sólo podrá ser ¡cenado por una movilización
social de enonnes dimensiones que hablecon la verdad y exija, junto a los
rebeldes chiapaneoos, derechos para todos. Estamos en el omm de estos dos
caminos, el \léxico de la verdad y ¡ajusticia o el de¡
autoritarismo y la negación. La Revolución Mexicana no ha
terminado.
Las próximas elecciones de agosto serán el escenario de esta
confrontación Existen serias razones para pomar que los grupos en
el Poder no están dispuestos a iniciar un proceso de refonná
que perfnita a los mexicanos decidir sobre su futuro. Son capaces de usar
las armas contra el pueblo y sus organizaciones con tal de, inipedirlo.
Parece no importarles formar un gobierno aún más represivo
e ilegítimo. Esta perspectiva nos debe preoupar. Debernos estar organizados
para poder defender nuestros derechos ante una posible generalización
de la violencia y de la imposición. No está de más
repetirlo: sólo una movilización social banda en la verdad
va a lograr el ~to de los derechos humanos de los mexicanos y va a permitir
que continúe el proceso interrumpida en 1917.
Estas reflexiones fueron motivadas después de una charla sostenida
con Luis Javier Garrido, escritor y ahogado. Hombre que practica la verdad.
Queremos por eso compartir con usted sus opiniones. HeIas aquí.
¿Cómo definiríás la situación politíca por la que atraviesa el país?
De enorme gravedad, muestra al sistema mexicano
en una crisis profunda dé origen político: las estructuras
de poder han conducido a una organización en la que los ciudadanos
ven restringici¿s sus derechos políticos, pues se impone la
discrecionalidad de¡ poder como el camino de¡ desarrollo. Esta
práctica choca con la creciente participación ciudadana, que
desde, hace años pugna por hacer valer sus derechos, elegir el programa
economice y social y por poner fin al ejercicio autoritario del poder, que
hace inexislentes en la práctica las garantías individuales
y las formas constitucionales de ejercicio del gobierno.
El gran reclamo es tener elecciones limpias, un ader judicial autónomo
formas de gobierno ciudadanas en todo el país; en suma una, estructura
de poder edificada de abajo hacia arriba. Estos serían los fundamentos
de una política de transición.
En este contexto, ¿qué importancia tiene la aparición del- ejército zapatista? ¿Cuál es su papel como fac tor de democratización?
La aparición del EZLN conmocíohó
a la sociedad porque demostró que subsiste un espíritu de
combatividad que se creía muerto. La nación vive una dinámica
que nadie,hubiera imaginado hace meses: una región del país
se encuentra en virtual estado de guerra, sin autoridades ni legalidad y
han aflorado serios conflictos sociales, as! como la incapacidad del gobierno
para resolverlos. Los zapatistas reclaman el respeto a los derechos que
tienen todos los mexicanos, no sólo las libertades políticas,
también los beneficios socialés, salud, vivienda una vida
política libre, tribunales de justicia,.etc. Esto, sin embargo, es
sola una parte, porque en el fondo hay otros gsuntos: Una cultura, lá
tierra y una visión'del mundo.
El zapatismo demandó¡ como prioridad de su:pliego, una reforma
que garantizara elecciones democráticas. La respuesta ofidiai'mostró
que el Oobibrno sólo esté dispuesto a hacer ' cambios Secundarios
en la ley, pero no Una reforma Verdadera.
En este sentido, se comenta que el asesinato de Colosio fue la señal dé que no hábria ningún tipo de reforma o negociación.
Si antes de la muerte de Colosio no hubo ninguna actitud real de apertura, luego del homicidio és de imaginarse un endurecimiento que sólo estará limilado por la presión internacional. El homicidio pudo ser la coyuntura para abrir el Proceso de democratización del país. Pero, el rumbo de la política óficial mostró lo contrario: 1) permitió a Salinas ejercer un segundo dedázo que impuso un candidató mucho más ¡dentificado con el proyecto neoliberal y subordinado a los intereses de quienes gobiernan al país. 2) no ha habido una investigació creible de los hechos, 3) no hay signos de que cambie el papel del PRI; 4) las elecciones parecen caminar hacia un fraude de enormes dimansiones. Es de suponerse.que en el futuro se asuma una postura similar, pues no se ve ninguna fuerza capaz de detener esta tendencia.
Eso abre muchas dudas sobre qué hay detrás de la muerte de Colosio.
Cierto. Su muerte violenta en lo inmediato parece
denunciar a Zedillo, a Salinas de Gortari, a ciertos sectores de la iniciativa
privada, que no veían con buenos ojos el priísmo coleaste.
El grupo gobernante nunca ocultó su desconciendo ante la actitud
de Colosio, pero no había, en ninguno de sus integrantes motivos
para asesinarle. No obstante, basta con observar las reacciones de¡
grupo salinistá después de¡ suceso para valorar la importancia
de lb que estaba en juego y los ihtereses que envuelve.
Los candidatos de Salinas, por ejemplo, son distintos. Este es un factor
irn ortante: Colosio era un candidato con rnilitancia, Zedillo sale de las
universidades y se instala en el Estado sin militancia partidaria alguna,
ambos expresan ideas diferentes res pecto de la polibea, principalmente
la social. La salida de Córdoba del escenario político es
una retirada estratégica que busca ganar apoyo del gobierno norteamericano
a la candidatura de Zedillo.
El homicidio, venga de donde venga, muestra el grado de desco Mposición políticas¡ que ha llegado el sistema mexicano¡. ¿No te parece que esta descomposición está detrás de los acontecimientos recientes?
Absolutamente. El control, por ejemplo de la opinión
pública a través de los Medios de comunicación (lo
que no tiene, parangón en el ambiente político de ningún
país le permitió a Salinas ocultar sus intenciones: la mayor
objeción para efectuar una reforma política partía
de la concepción de que el PRI se podía modernizar y convertirse
en un partido de ciudadanos. Las supuestas confrontaciones entre las nuevas
y las viejas fuerzas políticas de¡ PRI: el golpe contra la
Quina o la inmolación de Jongkud, eran.parte de esa campaña
que presentaba a Salinas como un reformador. Pero la real¡dad e '
ra otra: Salinas pudo sentarse a la silla presidencia¡ y aplicar su
proyecto gracias a que negoció con los grandes capos de la política
nacional y de¡ PRI, muchos de los cuales hoy se están cobrando
la factura. Por lo que no es de extrañar que se especule que están
detrás de la muerte de Colosio.
Lo cierto es que el gobierno entendió la lección de¡
88: el PRI por sí sólo ya no puede ganar una
elección. Por eso en este sexenio se desarrollaron prácticas
novedosas para inducir y conseguir el voto, lo que se llama ingeniería
electoral, que es una fuente enorme de inmoralidad.y descomposición.
El PRI es el principal agente de esta actitud,
origen de muchos conflictos en el sistema. ¿Cómo
crees que enfrente este deterioro?
El PRI nace como PNR con un asesinato en 1928 e
inicia su debacle en 1994 -también con un asesinato- k, en medio
de una crisis interna muy profunda. Es una crisis política, pues
el partido no ha definido su relación con el Ejecutivo, lo que le
acarrea cada vez más problemas que impiden su democratización.
Es también una crisis de identidad de sus miembros, que no saben
si apoyan los postulados del partido o el programa del gobierno. El PRI
está, en fin, en una crisis moral, pues en una sociedad moderna las
tácticas de manipulación de la información, oclusión
de un partido por parte del gobierno, violación de las garantías
políticas más elementales, son delitos incalificables.
El PRI ha perdido fuerza real de manera indudable. Las direcciones cada
vez tienen que ver menos con las bases; el sector corporativo del partido
se ha debilitado por las políticas neolibeiaies y es cada vez más
difícil para sus dirigentes garantizar el voto; el aparato de afiliación
no volverá a desarrollarse pues se le superpondrá una nueva
estructura basada en Pronasol, que fue sustento de la campaña de
Colosio y seguramente también de la de Zedillo, lo cual no le garantiza
ninguna fuerza.
Es determinante, por ejemplo, la intervención autoritaria de Salinas en la vida interna del partido o el uso que los distintos grupos de poder hacen del aparato para encubrir sus actos. ¿Cómo podemos caracterizar esta práctica?
El PRI es un organismo muy complejo en cuya integración
confluyen organizaciones e individuos con diversos horizontes, que respaldan
el centralismo presidencialista y solapan la existencia de una red de intereses
económicos de la cual también son benelciarios, En este sentido
las intervenciones del Presidente en la vida del partido siempre han sido
autoritarias, no obstante que están compensadas con un discurso de
corte populista cada vez más hueco.
Colosio mismo fue responsable de muchas de estas prácticas.
Es indudable que el PRI no es más que una red de intereses que cada
Vez parece más frágil. En la designación de Zedillo,
por ejemplo, Salinas y Córdoba pisotearon los estatutos. A pesar
de ello, la militancia priísta ha mostrado, valga la expresión,
un derroche de disciplina; lo que muestra que el aparato corporativo está
fuerte a pesar de¡ desgaste de sus prácticas. La alianza entre
Zedillo y la burocracia de¡ partido se teje rápidamente.
¿Esta alianza busca defender la ¡mpunidad de los priístas?
La impunidad se da desde el momento en que los
priístas no llevan adelante una política de reforma de¡
Estado. En el PRI no existe ningún espacio organizado por fuerzas
políticas modernas o de la sociedad, no obstante lo cual se cuenta
con el respaldo de quienes fueron denostados como los responsables de todo
mal. Este respaldo es por disciplina, ya que responde a acuerdos cupulares.
Sin embargo, el sistema de Estado es mucho más que el PRI. Por eso
uno de los riesgos de una eventual transíción es que nos lleve
a formas de autoritarismo que no descansen en un sólo partido, sino
en el contubernio de varias fuerzas para crear un poder aún más
centralizado. Esto podría darse con la connivencia de¡ PRI,
algunos sectores de¡ PAN, organismos privados y otras fuerzas dispuestas
a ¡mponer sus intereses. El hecho de que el PRI pierda su papel tradicional
no representa necesariamente un víraje a la democracia.
Sin embargo, ¿existe capacidad en los partidos de oposición para enfrenía,r una situación tan delicada?
El escenario de la oposición no parece haber
cambiado sustancialmente. El PAN, que históricamente fue el principal
partido de oposición, tuvo en este sexenio un acercamiento con el
gobierno . que disminuyó de manera significativa su credibilidad.
Su dirigencia cometió el error de sobrevaluar la fuerza de¡
PRI e ignorar los reclamos de los sectores que votan por el PAN y que hubieran
respaldado una campaña con base a sus principios doctrinarios. El
haber postulado a Fernández de Cevallos, un hombre caracterizado
por su identificación plena con el proyecto salinista indica que,
si no había un acuerdo, al menos sí un entendimiento de cogobierno.
Por eso, el homicidio de Colosio representó una tragedia para el
PAN, pues de haber postulado un verdadero candidato de oposición,
tendría oportunidades reales para competir por la Presidencia, Cevallos
no levanta ninguna espectativa. De acuerdo a las encuestas, su popularidad
decrece donde tiene campaña, y le convendría no hacerla si
no quiere perder el voto cautivo.
Así, la principal fuerza política de oposición en los
últimos 55 años, se encuentra, en el momento de mayor crisis
política de¡ sistema, en una sauación embarazoso y con
posibilidades de obtener una votación sumamente reducida.
El PRD tampoco parece ser capaz de enfrentar la coyuntura. La ausencia de un perfil que.refleje la rea¡¡dad de la población y las confrontaciones internas parecen ser muestra de ello.
Al PRD le ha faltado má s claridad para oponerse al sistema autoritario y ser más consecuente con sus propuestas. Sus problemas reflejan, no sólo la ausencia de una plataforma y un programa de gobierno propios, sino también las dificultades que tiene toda fuerza independiente para organizarse en este país. No es de extrañar por eso que las alternativas políticas sean tan escasas.
Las dos corrientes al. interior de¡ PRD,
las que se inclinan por una política gradualista de reformas -a la
manera de lo que decía ser el PAN- y las que piensan que con la defensa
a ultranza de¡ sufragio se puede tensar una elección, no son
incompatibles. El problema es definir con claridad los términos de
la relación con el régimen y con la sociedad, que tiene mucho
miedo ante la espectativa de un gobierno distinto.
La experiencia muestra que el papel de los partidos es cada vez más
limitado. Un partido es una parte significativa de la sociedad, pero los
grandes impulsos de transformación sólo tendrán resultados
si tienen el respaldo de la sociedad entera. El PRD por eso no puede conformar
unilateralmente un gobierno de transición. Esto ha sido entendido
en el PRD, de ahí que la candidatura de Cárdenas sea respaldada
cada vez más por fuerzas externas,
Las posibilidades de Cuauhtémoc Cárdenas, candidato de la
ADN, se han visto incrementadas por el impacto de la rebelión en.Chiapas,
por la crisis interna de¡ PRI -agravada por el homicidio de¡
candidato- y la postulación de Zedillo, el candidato más débil
desde Pascua¡ Ortiz Rubio. La disputa por la presidencia se va a dar
entre él y el candidato oficial. Esta polarización entraña
no sólo la representatividad de la población que votó
por el ejecutivo o la confrontación de dos candidatos sino algo más:
la posibilidad de que a través del voto el país pueda transitar
de manera clara a un sistema democrático.
Esta posibilidad, sin embargo, está limitada por la carencia de alternativas reales.
La fuerza del sistema político mexicano es reflejo de la debilidad de la oposición. Por eso en coyunturas eiectorales, la propaganda oficial busca captar los escenarios dominados por el temor. Es necesario insistir que en un régimen democrático, al gobierno lo forman los funcionarios que llegan a cargos de elección postulados por un partido, instancias de interés para conformar los órganos de gobierno, pero que los partidos no tienen el gobierno. Esto es fundamental erfun régimen donde el ejecutivo no tiene ningún contrapeso de gobierno. Margaret Talcher, por ejemplo, cayó del poder tras perder la mayoría de su partido, Sorprende, sin embargo, que el actual .gobierno no dé muestras de preocupación ante la falta de respaldo para su proyecto. La burocracia gobernante manifiesta confianza; parece ignorar la realidad de¡ país. Es un signo preocupante porque el 21 de agosto puede enfrentarse a un escenario al que no pueda dar respuesta.
En este contexto, ¿qué situaciones enfrentaremos en las próximas elecciones?
Vamos al escenario de una elección con carácter
fraudulento. Después de la jornada electoral todo puede suceder;
esto no quiere decir necesariamente que el país vaya a la guerra
o que el candidato priísta triunfe. Tal vez los mecanismos de defensa
del voto logren contrarrestar parcialmente la fuerza del fraude, -de manera
que sea imposible que otra vez se "caiga" el sistema de cómputo
de votos. Las posibilidades del fraude se han estrechado por la consolidación
de la oposición y el' papel creciente de las organizaciones ciudadanas
en la vigilancia de los procesos.
El factor internacional también va a ser determinante. La visión
que se tiene en el exterior del sistema mexicano es dual: existen intereses
económicos que favorecen la idea de un régimen que, aunque
no es una democracia a la manera occidental, no tiene rasgos tan autoritarios
como para merecer la condena. El gobierno norteamericano avala y apoya a
Sal¡nas, aún después de la muerte de Colosio. Pero existe
también otra visión, fortalecida por la presencia de corresponsales
extranjeros, que tiende a rechazar los mecanismos de¡ poder. Esta
prensa ha logrado revertir algunos rasgos autoritarios del régimen,
al que le es cada vez más dificil reventar los procesos electorales.
Todas las cosas indican, sin embargo, que el PRI y el gobierno no quieren reformar el poder en México.
¡El pueblo mexicano está indudablemente
preparado para la democracia! Ciertamente no está descartado un escenario
que lleve, por ejemplo, a la anulación de las elecciones o a una
salida todavía más desquiciada, pero la madurez política
de la sociedad mexicana la pone por delante de las fuerzas campales.
Ante una salida autoritaria muchas posiciones se van a radicalizar. El papel
del ejército, por ejemplo, será fundamental, pues es evidente
que existe descontento en sus filas. Mi opinión es que veremos en
esta campaña la integración de dos enormes alianzas sociales
que trascenderán el marco restringido de los partidos: quienes defienden
los privilegios que les otorga el actual sistema político y quienes
consideran que la democracia es el mejor camino para resolver los problemas
del país.