Cuando México haya conquistado
y resucitado su verdadera cultura, no habrá cañones ni aviones
que puedan nada contra él
Antonin Artaud
¿Podremos revertir los graves problemas
que nuestra civilación está generando al mundo?. Diariamente
nos encontramos con un panorama desolador: desturcción de la biósfera,
eliminación de especies, miseria creciente, armamentismo, intolerancia
y muchas otras plagas apocalípticas. Frente a esta situación,
la indiferencia suicida de nuestras sociedades se ha interpretado a partir
de nociones como alienación, anomia y deshumanización. Los
análisis no han faltado y han evidenciado que la Humanidad en general
enfrenta una condición insostenible, marcada por una creciente disociación
entre el hombre y las fuerzas de la naturaleza que lo ha conducido a la
pérdida de un sentido trascendente de su existencia. Sin embargo
estos análisis han rebotado impermeablemente contra su propio objeto.
Es precisamente de la selva Lacandona, donde los males de nuestra civilización
han alcanzado niveles insospechados, de la que ha surgido un dramático
yo acuso que ha sacudido la imaginación del mundo entero.
Una revolución campesina ha puesto en cuestión nuestra condición
humana, en el seno de un país que se tiene por modelo de la correcta
aplicación de los planes de desarrollo capitalista hoy en boga.
Mucho se ha dicho de¡ levantamiento zapatista; de cómo cimbró
la vida política de México, pero la mayoria de los análisis
se han reducido a los límites de la llamada realpolític sin
escudriñar en los ricos elementos culturales, simbólicos y
psíquicos de¡ fenómeno en cuestión.
Para entender el levantamiento zapatista es necesario tomar en cuenta que
es una cosmogonía diferente a la occidental, una nueva cultura fuertemente
enraizada en las antiguas culturas indias, la que se ha manifestado por
la boca de los 'hombres sin rostro'. Si analizamos los mensajes emitidos
por los zapatistas en los comunicados del CCRI y en la forma de su misteriosa
imagen, podremos observar que están plagados de símbolos que
no apelan únicamente a la razón de sus lectores, sino a lo
profundo de su psique, y que contienen un mensaje de transformación
de la esencia espiritual del hombre.
En este contexto podemos comprender el por qué de la inédita
desestabilización del sistema política mexicano, a partir
del primero de Enero, en el hecho de que estamos asistiendo a una incipiente
revolución campesina en Chiapas.
El principal rasgo de toda revoiuc lón es la intervención
directa de las masas en los acontecimientos históricos, cuando derriban
a sus representantes tradicionales e irrumpen violentamente en el gobierno
de sus destinos. Este proceso se debe principalmente a los rápidos
y profundos cambios que experimenta la psique de los grupos sociales que
protagonizan tales acontecimientos.
Sin embargo el carácter sorpresivo de estos cambios no se debe a
la mutabilidad de la psique humana, sino a su conservadurismo, al miedo
profundo y supersticioso a la novedad, que exacerba las contradicciones
entre las anacrónicas ideas y relaciones humanas y las condiciones
objetivas de existencia de sus actores.
Ási tenemos que ante la zozobra constante de una vida situada en
los límites de¡ aniquilamiento, generada precisamente por la
brutal contradicción entre la conformación psíquica
de los campesinos chiapanecos y sus condiciones elementales de vida, los
zapatistas experimentaron una mutación de su visión del mundo.
Transformando la muerte inútil de todos los días (hambre,
enfermedades y represión), en una muerte guerrera, asumida con dignidad.
La pérdida del temor a la muerte significó para estos campesinos
no una actitud temeraria y marginal, sino su ingreso a la vida política
mediante la transformación de sus relaciones con el mundo, al privilegiar
la calidad de su vida por encima de la vida misma.
Los voceros de¡ régimen repitieron hasta el cansancio -y no
sin razón-, que las condiciones de miseria y marginación de
los campesinos chiapanecos no explican por sí mismas la insurrección
zapatista, e inmediatamente buscaron culpables en la figura de supuestas
intervenciones de 'profesionales de la violencias, agitadores', 'extranjeros'
y demás. Sabiamente y con total desenfado los zapatistas respondieron,
el 10 de abril (aniversario de¡ asesinato de ' Zapata), a tales especulaciones
que quien está detrás de su movimiento es nada menos que el
Votán Zapata.
¿Y quién diablos es el Votán Zap?ita? ¿Un mero
recurso retórico?
Hablar de los zapatistas, es hablar de campesinos que pertenecen aún
hoy en día a lo que llamaríamos una cultura primitiva, cuyos
valores espirituales quedaron expuestos al choque con la civilización
moderna (lo que se tradujo en la pérdida del sentido de sus vidas).
Sin embargo por las condiciones de una conquista nunca consumada, junto
con sus idiomas mantuvieron elementos de una visión fantástica
del mundo plagada de asociaciones inconscientes que los identificaron con
las fuerzas de la naturaleza, tan abrumadoras y tan vejadas en su medio.
Esto los ha llevado a expresarse en un lenguaje simbólico que busca
conmover directamente al sentimiento y a la emoción, Vinculando al
lenguaje racional de la conciencia el mundo de¡ instinto.
Aquí es donde debemos valorar el papel de los arquetipos en las manifestaciones
de¡ inconsciente colectivo, y en las transformaciones de la psique
de los grupos sociales.
Lo que llamamos psique -nos plantea Carl G. Jung-, no es idéntica
a nuestra conciencia y sus contenidos, sino que existen además grandes
zonas de la mente humana sumidas en las tinieblas. Sin embargo, los contenidos
conscientes e inconscientes de la mente están ligados, pues parte
de¡ inconsciente consiste en una multitud de pensamientos e imágenes
obscurecidos temporalmente que continúan influyendo en nuestra mente
consciente. "Pero es un hecho que, además de los recuerdos de
un pasado consciente muy lejano, también pueden surgir por sí
mismos del inconsciente pensamientos nuevos e ideas creativas, pensamientos
e ideas que anteriormente jamás fueron conscientes."
Esta suposición de Jung, de que el inconsciente no sólo es
un depositario de recuerdos, sino que guarda en sí mismo los gérmenes
de nuevas situaciones psíquicas -la cual fue el punto de partida
de la teoría psicoanalítico del pensador suizo-, es la que
lo llevó al estudio de los arquetipos y de sus influencias en los
cambios psíquicos.
Es un hecho que el inconsciente se manifiesta de manera simbólica
y que hay símbolos que no repre -;entan únicamente las vivencias
o los anhelos inconscientes de un individuo, sino que son colectivos en
su naturaleza y origen. A estos símbolos Freud los llamó "remanentes
arcaicos" y Jung .arquetipos", los cuales son manifestaciones
simbólicas de los instintos de¡ hombre, modelos de pensamiento
colectivo que a semejanza de aquellos son innatos y heredados.
Hablamos de que fueron las brutales contradicciones entre las estructuras
psíquicas de los campesinos que hoy son zapatistas (-y por consiguiente
su manera de relacionarse con el mundo-) y el mundo mismo (o "sus condiciones
objetivas de vida'), las que forzaron en ellos un cambio psíquico.
Pues bien, los profundos estratos instintivos del hombre, que hoy hemos'depositado
en nuestro inconsciente, fueron importantes impulsores de este cambio al
manifestarse en algunos arquetipos, ya que el inconsciente por medio de
sus símbolos constantemente busca compensar los desajustes entre
la realidad y la psique.
En este caso el Votán, al que los zapatistas dan suprema importancia,
tiene su correspondencia en el arquetipo del mito universal del héroe,
dios-hombre, que vence sobre el mal y libera a su pueblo de la destrucción.
El Votán, personaje mítico que fund¿> un imperio
en Chiapas, que les enseñó a los indios el cultivo de¡
maiz, y a quien le tienen por el corazón de los pueblos, podría
servirnos como cabo para desentrañar las profundas connotaciones
simbólicas de¡ movimiento zapatista.
En un principio nos sorprendió el aura misteriosa que rodeaba a los
insurrectos. Los pasamontañas, las ropas negras... Algunos nos preguntamos
si se tratarla de un movimiento subsidiario de la subcultura "dark,
pero lo que emergió después fue todavía más
interesante.
Los grandes emporios comunicativos inmediatamente se dieron a la tarea de
denostar y tratar de desprestigiar a los zapatistas, sin embargo no calibraron
la naturaleza simbólica de las imágenes que transmitían.
Los zapatistas no necesitaron hablar por los micrófonos de Televisa
para expresarse. El carácter genialmente espectacular de su primera
acción fue corroborado por un manejo magistral de los símbolos
que lograron burlar el control mediático e impactar a sus destinatarios.
Mucho se ha insistido en que no hay cosa más intrigante que el misterio.
El interés creciente que generaron en todo el mundo les permitió
captar la inmediata simpatía por sus justas demandas de parte de
vastos sectores sociales, y además asestar un rudo golpe a la dictadura
telemática (que ya se sentía el monopolio de los símbolos),
por medio de¡ veto a Televisa y la inusitada demanda de los medios
impresos que difundían sus comunicados, y que contra todas las predicciones
les tomaron la delantera a los medios electrónicos.
¿Se trata de un mero sentido de¡ espectáculo? Por el
contrario, la eficacia de sus mensajes nos remite a la energía psíquica
de sus símbolos. En nuestra visión racional de¡ mundo
hemos despojado a las ideas de su usamos enegía emotiva, las diariamente
para comunicarnos, y reaccionamos a ellas de manera superficial, pues ya
no nos impresionan, Sin embargo los símbolos que apelan a nuestro
inc'onscie nte tienen una energía emotiva tan profunda que no podemos
ignorarlos.
Los símbolos que han emitido los zapatistas son representaciones
colectivas emanadas de los mitos que, habitan su inconsciente colectivo.
Estos mitos se originan en el espíritu de los pueblos indios de Chiapas,
un de los pueblos indios de Chiapas, un espíritu que mezcla elementos
humanos con la irrupción de los númenes de la selva, plagada
de dioses generosos y crueles.
El Votán Zapata, también conocido corno Balun Vgtán
de¡ que dice César Corzo que 'baiún es nueve en mayance
chiapaneco y alusión infernal, de allí que esto pueda significar:
'Votán del infierno'. Así las cosas, es probable que Votán
sea nombre mayance de Xoloti '(2) nos remite a la idea de Chiapas como ubicación
geográfica del Mictián, donde coincidentemente los tzotziles,
o murciélagos, adoradores de Xóloti señor del Mictlán,
se hacen llamar en los'comunicados zapatistas con referencias a este mito
como los "hijos de la obscuridad", o "los que caminan en
la noche'.
Es inevitable además, referirnos al mito de Quetzalcóatl en
Mictián, el infierno, al que acudió a robar los restos del
viejo hombre para crear una nueva humanidad, y que coincide totalmente con
el carácter humanista del discurso zapatista y con su imagen .obscura".
Estos mitos actualmente juegan el papel de una especie de terapia mental
frente al sufrimiento y desesperación de los indios chiapanecos.
Al asumirse los combatientes zapatisias como parte integrante del Votán,
estos hombres se han liberado Psíquicamente de sus limitaciones y
desgracias para adquirir cualidades sobrehumanas que han transformado Profundamente
sus estilos de vida y los de sus comunidades (como la radical revolución
de las mujeres que se dio en el seno de¡ EZLN antes de iniciar la
guerra). Así, frente al combate, han retomado la flexibilidad de¡
agua al organizarse de tal manera que se pueden solidificar en un ejército
regular, disolverse en guerrilla, o evaporarse en las comunidades.
Los arquetipos no son figuras estáticas, mucho dependen de las condiciones
en ql@ip surgen, pero contienen una energía espiritual capaz de t
ransformar las conformaciones psíquicas de los individuos. Sobre
e e ste aspecto, pero en una situación dife rente, Jung afirmó
que "en el caso de un cambio tan repentino, se puede demostrar con
frecuencia que un arquetipo ha estado operando por largo tiempo en el inconsciente,
preparando hábilmente las circunstancias que conducirían a
la crisis'.
Curiosamente el'arquetipo del murciélago se había hecho presente
con el Icono de Batman en todo el mundo unos años antes, como un
símbolo de nuestros apacalípticos tiempos. Actualmente podemos
comprender el mensaje del murciélago, sin embargo esta manifestación
estaba presente en nuestro inconsciente y solamente nuestra conciencia lo
ignoraba, pues el inconsciente parece estar guiado por tendencias instintivas
representadas por sus arquetipos. Podemos reconocer un arquetipo por la
Peculiar fascinación que genera, por su energía espiritual.
Sin embargo los arquetipos sólo toman vida cuando intentamos descubrir
y asumimos su significado para nosotros. Los za@atistas han asumido los
sírñbolos de su inconsciente para dotar de sentido a sus vidas
y encontrar su lugar en el universo. Por ello están dispuestos a
soportar las penalidades más severas. A ello ha contribuido la cosmovisión
peculiar de los indios chiapanecos y su capacidad en franca recuperación
de dotar al universo de su sentido sagrado, es por ello que- en su revolución,
los zapatistas han logrado el triunfodeswmunal de integrar y dar vida a
los gérmenes de una alternativa no sólo para ellos, sino para
toda la humanidad.
Pero volvamos a nuestra pregunta inicial, ¿Podremos revertir los
graves problemas que nuestra civilización está generando al
mundo? Al desarrollarse el racionalismo científico nos hemo$ ido
aislando de¡ cosmos, de la naturaleza y de sus repercusiones simbólicas.
Le hemos quitado el poder a las.p alabras y hemos exterminado con DDT los
espíritus de los bosques Y las selvas. Hemos perdido la capacidad
para responder a las ideas y símbolos numínicos. Vendimos
nuestros valores espirituales y ahora estamos pagando por ello.
De la obscuridad de la selva (¿de la psique?) estamos recibiendo
una llamada. El ejército se apresta a exterminar a los insurrectos.
Los zapatistas han depositado su utopia en nuestras manos y sólo
me queda la desesperación de saber que las palabras de este artículo
serán vacías y sin valor si tú, lector, no adviertes
su numinosidad, es decir, su íntima relación contigo mismo.
Hablamos de los zapatistas para no hablar de nosotros, y seguimos sin entender
que las palabras por sí mismas significan muy poco, y mucho el espíritu
en que se asumen.