El conflicto de Chiapas

Tema: zapatismo

La Guillotina, nº 28. Verano 94

La llamada de la selva

Alejandro Moreno Corzo

“Cuando México haya conquistado y resucitado su verdadera cultura, no habrá cañones ni aviones que puedan nada contra él”
Antonin Artaud

¿Podremos revertir los graves problemas que nuestra civilación está generando al mundo?. Diariamente nos encontramos con un panorama desolador: desturcción de la biósfera, eliminación de especies, miseria creciente, armamentismo, intolerancia y muchas otras plagas apocalípticas. Frente a esta situación, la indiferencia suicida de nuestras sociedades se ha interpretado a partir de nociones como alienación, anomia y deshumanización. Los análisis no han faltado y han evidenciado que la Humanidad en general enfrenta una condición insostenible, marcada por una creciente disociación entre el hombre y las fuerzas de la naturaleza que lo ha conducido a la pérdida de un sentido trascendente de su existencia. Sin embargo estos análisis han rebotado impermeablemente contra su propio objeto.
Es precisamente de la selva Lacandona, donde los males de nuestra civilización han alcanzado niveles insospechados, de la que ha surgido un dramático “yo acuso” que ha sacudido la imaginación del mundo entero. Una revolución campesina ha puesto en cuestión nuestra condición humana, en el seno de un país que se tiene por modelo de la correcta aplicación de los planes de desarrollo capitalista hoy en boga.
Mucho se ha dicho de¡ levantamiento zapatista; de cómo cimbró la vida política de México, pero la mayoria de los análisis se han reducido a los límites de la llamada realpolític sin escudriñar en los ricos elementos culturales, simbólicos y psíquicos de¡ fenómeno en cuestión.
Para entender el levantamiento zapatista es necesario tomar en cuenta que es una cosmogonía diferente a la occidental, una nueva cultura fuertemente enraizada en las antiguas culturas indias, la que se ha manifestado por la boca de los 'hombres sin rostro'. Si analizamos los mensajes emitidos por los zapatistas en los comunicados del CCRI y en la forma de su misteriosa imagen, podremos observar que están plagados de símbolos que no apelan únicamente a la razón de sus lectores, sino a lo profundo de su psique, y que contienen un mensaje de transformación de la esencia espiritual del hombre.
En este contexto podemos comprender el por qué de la inédita desestabilización del sistema política mexicano, a partir del primero de Enero, en el hecho de que estamos asistiendo a una incipiente revolución campesina en Chiapas.
El principal rasgo de toda revoiuc lón es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos, cuando derriban a sus representantes tradicionales e irrumpen violentamente en el gobierno de sus destinos. Este proceso se debe principalmente a los rápidos y profundos cambios que experimenta la psique de los grupos sociales que protagonizan tales acontecimientos.
Sin embargo el carácter sorpresivo de estos cambios no se debe a la mutabilidad de la psique humana, sino a su conservadurismo, al miedo profundo y supersticioso a la novedad, que exacerba las contradicciones entre las anacrónicas ideas y relaciones humanas y las condiciones objetivas de existencia de sus actores.
Ási tenemos que ante la zozobra constante de una vida situada en los límites de¡ aniquilamiento, generada precisamente por la brutal contradicción entre la conformación psíquica de los campesinos chiapanecos y sus condiciones elementales de vida, los zapatistas experimentaron una mutación de su visión del mundo. Transformando la muerte inútil de todos los días (hambre, enfermedades y represión), en una muerte guerrera, asumida con dignidad.
La pérdida del temor a la muerte significó para estos campesinos no una actitud temeraria y marginal, sino su ingreso a la vida política mediante la transformación de sus relaciones con el mundo, al privilegiar la calidad de su vida por encima de la vida misma.
Los voceros de¡ régimen repitieron hasta el cansancio -y no sin razón-, que las condiciones de miseria y marginación de los campesinos chiapanecos no explican por sí mismas la insurrección zapatista, e inmediatamente buscaron culpables en la figura de supuestas intervenciones de 'profesionales de la violencias, agitadores', 'extranjeros' y demás. Sabiamente y con total desenfado los zapatistas respondieron, el 10 de abril (aniversario de¡ asesinato de ' Zapata), a tales especulaciones que quien está detrás de su movimiento es nada menos que el Votán Zapata.
¿Y quién diablos es el Votán Zap?ita? ¿Un mero recurso retórico?
Hablar de los zapatistas, es hablar de campesinos que pertenecen aún hoy en día a lo que llamaríamos una cultura primitiva, cuyos valores espirituales quedaron expuestos al choque con la civilización moderna (lo que se tradujo en la pérdida del sentido de sus vidas).
Sin embargo por las condiciones de una conquista nunca consumada, junto con sus idiomas mantuvieron elementos de una visión fantástica del mundo plagada de asociaciones inconscientes que los identificaron con las fuerzas de la naturaleza, tan abrumadoras y tan vejadas en su medio.
Esto los ha llevado a expresarse en un lenguaje simbólico que busca conmover directamente al sentimiento y a la emoción, Vinculando al lenguaje racional de la conciencia el mundo de¡ instinto.
Aquí es donde debemos valorar el papel de los arquetipos en las manifestaciones de¡ inconsciente colectivo, y en las transformaciones de la psique de los grupos sociales.
Lo que llamamos psique -nos plantea Carl G. Jung-, no es idéntica a nuestra conciencia y sus contenidos, sino que existen además grandes zonas de la mente humana sumidas en las tinieblas. Sin embargo, los contenidos conscientes e inconscientes de la mente están ligados, pues parte de¡ inconsciente consiste en una multitud de pensamientos e imágenes obscurecidos temporalmente que continúan influyendo en nuestra mente consciente. "Pero es un hecho que, además de los recuerdos de un pasado consciente muy lejano, también pueden surgir por sí mismos del inconsciente pensamientos nuevos e ideas creativas, pensamientos e ideas que anteriormente jamás fueron conscientes."
Esta suposición de Jung, de que el inconsciente no sólo es un depositario de recuerdos, sino que guarda en sí mismo los gérmenes de nuevas situaciones psíquicas -la cual fue el punto de partida de la teoría psicoanalítico del pensador suizo-, es la que lo llevó al estudio de los arquetipos y de sus influencias en los cambios psíquicos.
Es un hecho que el inconsciente se manifiesta de manera simbólica y que hay símbolos que no repre -;entan únicamente las vivencias o los anhelos inconscientes de un individuo, sino que son colectivos en su naturaleza y origen. A estos símbolos Freud los llamó "remanentes arcaicos" y Jung .arquetipos", los cuales son manifestaciones simbólicas de los instintos de¡ hombre, modelos de pensamiento colectivo que a semejanza de aquellos son innatos y heredados.
Hablamos de que fueron las brutales contradicciones entre las estructuras psíquicas de los campesinos que hoy son zapatistas (-y por consiguiente su manera de relacionarse con el mundo-) y el mundo mismo (o "sus condiciones objetivas de vida'), las que forzaron en ellos un cambio psíquico. Pues bien, los profundos estratos instintivos del hombre, que hoy hemos'depositado en nuestro inconsciente, fueron importantes impulsores de este cambio al manifestarse en algunos arquetipos, ya que el inconsciente por medio de sus símbolos constantemente busca compensar los desajustes entre la realidad y la psique.
En este caso el Votán, al que los zapatistas dan suprema importancia, tiene su correspondencia en el arquetipo del mito universal del héroe, dios-hombre, que vence sobre el mal y libera a su pueblo de la destrucción.
El Votán, personaje mítico que fund¿> un imperio en Chiapas, que les enseñó a los indios el cultivo de¡ maiz, y a quien le tienen por el corazón de los pueblos, podría servirnos como cabo para desentrañar las profundas connotaciones simbólicas de¡ movimiento zapatista.
En un principio nos sorprendió el aura misteriosa que rodeaba a los insurrectos. Los pasamontañas, las ropas negras... Algunos nos preguntamos si se tratarla de un movimiento subsidiario de la subcultura "dark, pero lo que emergió después fue todavía más interesante.
Los grandes emporios comunicativos inmediatamente se dieron a la tarea de denostar y tratar de desprestigiar a los zapatistas, sin embargo no calibraron la naturaleza simbólica de las imágenes que transmitían. Los zapatistas no necesitaron hablar por los micrófonos de Televisa para expresarse. El carácter genialmente espectacular de su primera acción fue corroborado por un manejo magistral de los símbolos que lograron burlar el control mediático e impactar a sus destinatarios.
Mucho se ha insistido en que no hay cosa más intrigante que el misterio. El interés creciente que generaron en todo el mundo les permitió captar la inmediata simpatía por sus justas demandas de parte de vastos sectores sociales, y además asestar un rudo golpe a la dictadura telemática (que ya se sentía el monopolio de los símbolos), por medio de¡ veto a Televisa y la inusitada demanda de los medios impresos que difundían sus comunicados, y que contra todas las predicciones les tomaron la delantera a los medios electrónicos.
¿Se trata de un mero sentido de¡ espectáculo? Por el contrario, la eficacia de sus mensajes nos remite a la energía psíquica de sus símbolos. En nuestra visión racional de¡ mundo hemos despojado a las ideas de su usamos enegía emotiva, las diariamente para comunicarnos, y reaccionamos a ellas de manera superficial, pues ya no nos impresionan, Sin embargo los símbolos que apelan a nuestro inc'onscie nte tienen una energía emotiva tan profunda que no podemos ignorarlos.
Los símbolos que han emitido los zapatistas son representaciones colectivas emanadas de los mitos que, habitan su inconsciente colectivo. Estos mitos se originan en el espíritu de los pueblos indios de Chiapas, un de los pueblos indios de Chiapas, un espíritu que mezcla elementos humanos con la irrupción de los númenes de la selva, plagada de dioses generosos y crueles.
El Votán Zapata, también conocido corno Balun Vgtán de¡ que dice César Corzo que 'baiún es nueve en mayance chiapaneco y alusión infernal, de allí que esto pueda significar: 'Votán del infierno'. Así las cosas, es probable que Votán sea nombre mayance de Xoloti '(2) nos remite a la idea de Chiapas como ubicación geográfica del Mictián, donde coincidentemente los tzotziles, o murciélagos, adoradores de Xóloti señor del Mictlán, se hacen llamar en los'comunicados zapatistas con referencias a este mito como los "hijos de la obscuridad", o "los que caminan en la noche'.
Es inevitable además, referirnos al mito de Quetzalcóatl en Mictián, el infierno, al que acudió a robar los restos del viejo hombre para crear una nueva humanidad, y que coincide totalmente con el carácter humanista del discurso zapatista y con su imagen .obscura".
Estos mitos actualmente juegan el papel de una especie de terapia mental frente al sufrimiento y desesperación de los indios chiapanecos. Al asumirse los combatientes zapatisias como parte integrante del Votán, estos hombres se han liberado Psíquicamente de sus limitaciones y desgracias para adquirir cualidades sobrehumanas que han transformado Profundamente sus estilos de vida y los de sus comunidades (como la radical revolución de las mujeres que se dio en el seno de¡ EZLN antes de iniciar la guerra). Así, frente al combate, han retomado la flexibilidad de¡ agua al organizarse de tal manera que se pueden solidificar en un ejército regular, disolverse en guerrilla, o evaporarse en las comunidades.
Los arquetipos no son figuras estáticas, mucho dependen de las condiciones en ql@ip surgen, pero contienen una energía espiritual capaz de t ransformar las conformaciones psíquicas de los individuos. Sobre e e ste aspecto, pero en una situación dife rente, Jung afirmó que "en el caso de un cambio tan repentino, se puede demostrar con frecuencia que un arquetipo ha estado operando por largo tiempo en el inconsciente, preparando hábilmente las circunstancias que conducirían a la crisis'.
Curiosamente el'arquetipo del murciélago se había hecho presente con el Icono de Batman en todo el mundo unos años antes, como un símbolo de nuestros apacalípticos tiempos. Actualmente podemos comprender el mensaje del murciélago, sin embargo esta manifestación estaba presente en nuestro inconsciente y solamente nuestra conciencia lo ignoraba, pues el inconsciente parece estar guiado por tendencias instintivas representadas por sus arquetipos. Podemos reconocer un arquetipo por la Peculiar fascinación que genera, por su energía espiritual.
Sin embargo los arquetipos sólo toman vida cuando intentamos descubrir y asumimos su significado para nosotros. Los za@atistas han asumido los sírñbolos de su inconsciente para dotar de sentido a sus vidas y encontrar su lugar en el universo. Por ello están dispuestos a soportar las penalidades más severas. A ello ha contribuido la cosmovisión peculiar de los indios chiapanecos y su capacidad en franca recuperación de dotar al universo de su sentido sagrado, es por ello que- en su revolución, los zapatistas han logrado el triunfodeswmunal de integrar y dar vida a los gérmenes de una alternativa no sólo para ellos, sino para toda la humanidad.
Pero volvamos a nuestra pregunta inicial, ¿Podremos revertir los graves problemas que nuestra civilización está generando al mundo? Al desarrollarse el racionalismo científico nos hemo$ ido aislando de¡ cosmos, de la naturaleza y de sus repercusiones simbólicas. Le hemos quitado el poder a las.p alabras y hemos exterminado con DDT los espíritus de los bosques Y las selvas. Hemos perdido la capacidad para responder a las ideas y símbolos numínicos. Vendimos nuestros valores espirituales y ahora estamos pagando por ello.
De la obscuridad de la selva (¿de la psique?) estamos recibiendo una llamada. El ejército se apresta a exterminar a los insurrectos. Los zapatistas han depositado su utopia en nuestras manos y sólo me queda la desesperación de saber que las palabras de este artículo serán vacías y sin valor si tú, lector, no adviertes su numinosidad, es decir, su íntima relación contigo mismo. Hablamos de los zapatistas para no hablar de nosotros, y seguimos sin entender que las palabras por sí mismas significan muy poco, y mucho el espíritu en que se asumen.


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