Este artículo, aunque no hace referencia sólo a la cuestión del neoliberalismo en México y sus consecuencias, se ha considerado importante para la visión global, desde un punto de vista socialista, de cómo el neoliberalismo, mediante la concentración económica y financiera, la especulación financiera y el avance tecnológico, ha trastornado las relaciones de poder y multiplicado las diferencias sociales en muchos lugares del mundo.
El artículo empieza haciendo referencia a la sublevación del EZLN en Chiapas, a la rebelión francesa contra la mundialización y a las movilizaciones contra el neoliberalismo que se han producido durante el primero de mayo de 1996.
Los planes de ajuste promovidos por el gran capital y el FMI han provocado la crisis y la agudización de las diferencias en muchos países del mundo. Las movilizaciones de respuesta comienzan a exponer la grave fractura que ha provocado la adopción de estas políticas. El autor presenta tres ideas que han salido a raíz de esta situación. Por una parte, la defendida principalmente por la Iglesia católica que ha presentado el neoliberalismo como enemigo desviando la atención del capitalismo y evitando así que las masas se dirijan resueltamente contra éste. La Iglesia manifiesta así que puede existir un capitalismo más justo y que redistribuya la riqueza.
De este razonamiento se deriva otro. Como el neoliberalismo afecta al conjunto de la sociedad, este nuevo sistema presenta una nueva dicotomía social: la de éste contra la sociedad civil. Esta teoría es compartida por amplios sectores de la izquierda en América Latina. Para acabar, otra idea trata de ocultar esta crisis irreversible del capitalismo: la idea de la mundialización total de la economía. Según ésta, el capitalismo ha adquirido una fuerza incontenible gracias a la mundialización. Así, hace falta que los diferentes sectores de la sociedad pacten con el gran capital. En la convocatoria del I Encuentro contra el Neoliberalismo y por la Humanidad del EZLN se hace un análisis de la situación muy duro, como por ejemplo, que el nuevo reparto del mundo consiste en concentrar poder en el poder y miseria en la miseria.
Pedro Fuentes también hace un análisis de diversas cuestiones. Habla de la mundialización de la economía, que es en definitiva un mayor dominio de la economía mundial por parte del imperialismo a través de la concentración económica en manos de grandes corporaciones, monopolios, oligopolios y la gran banca (pág. 3). Los gobiernos de Thatcher y Reagan iniciaron y favorecieron este proceso. Los monopolios y los oligopolios consiguieron aumentar su poder internacionalizando su producción e, incluso, comerciando dentro del propio oligopolio, cosa que tiene efectos directos en el comercio mundial. Junto al fortalecimiento de las grandes multinacionales y gracias a las desregularizaciones financieras, ha habido también una fuerte concentración del capital financiero entre cuarenta y cincuenta y empresas de seguros e inversiones. Esto provoca la concentración de la riqueza en pocos países y la marginalización de grandes áreas, sobre todo del Tercer Mundo.
Respecto a la especulación financiera, Pedro Fuentes expone que esta ha aumentado geométricamente. La movilidad de los capitales y la interconexión de las bolsas de valores permiten el desplazamiento de capitales de un lugar a otro sin demasiado control de los gobiernos. La crisis de Méjico en 1995 es un claro ejemplo. Ante la fuerte devaluación del peso y la consiguiente bajada de los tipos de interés, cerca de unos 20.000 millones de dólares huyeron. Esto obligó al gobierno norteamericano a transferir 40.000 millones para impedir tanto el efecto tequila llegase a los grandes centros financieros del mundo, como la fallida del sistema político y económico mejicano.
Visto todo esto, el autor se pregunta si es posible que las fronteras estén desapareciendo, si es posible un capitalismo más distributivo y si todos estos hechos implican la internacionalización de la lucha de clases y el acercamiento de los/las trabajadores/as. Respecto a las fronteras, cabe decir que el neoliberalismo las ha liquidado des de un cierto punto de vista. Así, la movilidad del capital, la deslocalización industrial, etc., son hechos que lo demuestran. Pero también se está dando un proceso de levantamiento y refuerzo de las fronteras de los países ricos en dirección al Tercer Mundo, evitando los movimientos de personas desde el sur hacia el norte. Por otra parte, Fuentes asegura que es imposible que el propio capitalismo se redistribuya a sí mismo, es imposible ahora que expropie a los grandes monopolios, las grandes multinacionales que dominan la economía mundial (pág. 5). Para él, sólo se puede redistribuir la riqueza expropiando los monopolios y esta tarea sólo la puede llevar adelante la clase obrera conquistando el poder (pág.5).
El movimiento obrero y contra el neoliberalismo,
tanto rural, como el urbano, se está despertando. Lo que está
pasando en Méjico o en Francia probablemente crecerá. Pero
quizás lo que necesita este movimiento es la creación de una
organización internacional que coordine las acciones locales.