Desde el 18 de abril de 2001 la región de la Cabilia vive en un estado
de protesta permanente y de desobediencia civil contra el Estado y la situación
podría extenderse a todo el conjunto del país.
La revuelta de la Cabilia se debe a diversos motivos. Es una revuelta contra
la miseria, la corrupción, el paro, la crisis de la vivienda, la violencia
de las fuerzas del orden y la ausencia de democracia. Y como en octubre de 1988,
son los símbolos del poder central – oficinas de correos, sucursales
de bancos, ayuntamientos, prefecturas, sedes de partidos políticos –
aquellos que los amotinados han incendiado o dañado.
Uno de los principales eslóganes de los manifestantes que recorrían las calles era “Oulèche smah” : “Ningún perdón”.
La reivindicación identitaria beréber, el rechazo a la humillación, la exasperación contra el abuso de poder por parte de la gendarmería, han jugado su rol en una región orgullosa de su actuación durante la guerra de liberación. Pero es sobre todo la profunda crisis económica y social lo que explica el rechazo explosivo del régimen por parte de los jóvenes.
Y la gota que colmó el vaso fue la muerte de un estudiante de bachillerato en la gendarmeria de Béni Douala el 18 de abril. “Trabajo, alojamiento, alto a la humillación, alto a la corrupción”: los eslóganes de los manifestantes de Tizi Ouzou o Bejaïa mostraban claramente que las reivindicacionbes regionalistas e identitarias fueron eclipsadas en la calle por la condena de un régimen que los habitantes de la Cabilia, como un gran número de otros argelinos, no soportan más. Así, durante varias semanas, se produjeron manifestaciones que fueron reprimidas con dureza causando más de 60 muertos entre los manifestantes y que llevaron a la disidencia total de la región que se organizaría en comités.
La Cabilia entrará de nuevo en disidencia contra el poder central 15 años más tarde en abril de 1980. Tras la prohibición de una conferencia del escritor Mouloud Mammeri, violentos motines sacuden esta región durante varias semanas. Una nueva generación entra en escena, la del doctor Saïd Saadi y la del cantante Ferhat Mehenni. Estos nuevos actores políticos y culturales llevarán públicamente las reivindicaciones a los aspectos de la enseñanza de la cultura beréber, totalmente ignorada por los gobiernos sucesivos, lanzados a una política de arabización de la escuela. La “primavera beréber” será la primera señal, violenta, de cuestionamiento de la cultura del partido único, el FLN, que se hundirá en los altercados de 1988.
Actualmente nos encontramos con la desobediencia total al Estado: impuestos sin pagar, facturas de gas y electricidad no reguladas, convocaciones al servicio militar ignoradas etc. La confusión crece en la Cabilia, donde el Estado ha perdido toda autoridad. El movimiento de disidencia ciudadana no parece cesar y la amenaza de una nueva sublevación generalizada, que se pueda extender al resto del país, crece. Al mismo tiempo, la coordinación de los “arouchs” ( comités del pueblo que llevan la palabra de la revuelta ) parece perder fuerza.
No hay autoridad en Cabilia, ni presencia del Estado ( los gendarmes se mantienen
en el interior de sus casernas y no salen de éstas a riesgo de ser linchados
por la población),
pero sí una confusión que crece. El movimiento de disidencia ciudadana
corre el riesgo de extenderse a lo largo del país, ya que la Cabilia
no es otra cosa que un “concentrado” de la crisis argelina, aunque
se le añadan particularidades tales como la lengua tamazight.
El poder ha hecho concesiones: reconocimiento del tamazight como lengua nacional, el “estatuto particular” y la “justa indemnización” prometida a las víctimas de los altercados, y el anuncio de persecuciones judiciales contra los responsables de estos asesinatos. Sin embargo, la desconfianza es tal que nada bueno se espera que pueda venir del poder.
Por su parte, el Estado intenta desplazar los términos del debate, oponiendo, por ejemplo, los habitantes de la Cabilia a los árabes, insinuando que se trata de un enfrentamiento entre la sociedad por intenciones separatistas de romper la unidad nacional del país.
Para las elecciones legislativas que se dieron en Argelia en mayo de 2002 la Cabilia hizo un completo boicot sin ir a las urnas, y por ello el gobierno prohibió días antes a la prensa extranjera desplazarse a aquella región. Las autoridades argelinas invocaron un incidente ocurrido en Cabilia contra un escolta policial que seguía a un equipo de France 2, para prohibir la entrada de ningún medio de comunicación extranjero en la región.
- El síntoma Cabilia, la enfermedad Argelia:
Aunque el gobierno quiera conferir a esta crisis tintes separatistas de la población
beréber, negando las motivaciones sociales, la realidad de la región
es la misma que la que se da en el resto del país, con la peculiariedad
de que aquí los efectos de la política de Argel han sido mucho
más dramáticos. De esta forma, la revuelta podría extenderse
por toda Argelia y, de ser así, el régimen podría tambalearse.
La violencia de la Cabilia es el resultado de la política de una clase
dirigente decidida a perpetuar su poder por todos los medios sin tener en cuenta
el empobrecimiento y la desestructuración del país, que lo vacían
de sus energías humanas y de sus recursos.
Las manifestaciones de los jóvenes en Cabilia ( más de 60 muertos por la represión ), han puesto el acento no sólo sobre la cuestión identitaria y linguística, sino también sobre la gangrena social que carcome toda Argelia ( paro, vivienda, corrupción, desprecio de la vida humana etc.) La población de esta región, muy sensible a la reivindicación democrática y a la negación de su cultura por parte del régimen, a sabido mantenerse al margen tanto del poder central como de los integristas. Y esto a pesar de las manipulaciones de ciertos grupos políticos “demócratas” instrumentalizados por el poder que no han parado, desde 1989, de buscar la división de la población.
La política llevada a cabo por Argel ha consistido hasta el momento en ganar tiempo multiplicando las manipulaciones de todo tipo para erradicar toda oposición democrática creíble y mantener un umbral de violencia aceptable, evitando así resolver los problemas sociales. Esta gestión de lo cotidiano golpe a golpe no tiene más que una constante: perpetuar los privilegios y la seguridad de la oligarquía en el poder.
El desmantelamiento del sector público, la confiscación del patrimonio nacional, reforzados por los efectos de la mundialización, han conducido al país a una pauperización sin precededentes.
La indignación de los intelectuales en Francia ante el baño de sangre en Argelia ha sido una denuncia clara contra la gravedad de la situación y de la opacidad mantenida por el régimen. Hoy, ¿ cómo podríamos todavía justificar la falta de acción del Ejército, esa “columna vertebral de la nación” según algunos, en las masacres de población ocurridas en Bentalha, Béni-Méssous y Relizane, cuando no dudó en reprimir a los jóvenes manifestantes reivindicando los derechos más básicos de la persona ( trabajo, vivienda, libertad de expresión, y el uso de su lengua) ?
Habríamos esperado del presidente de la República argelina un compromiso claro en cuanto al futuro de la juventud. Pero su respuesta ha sido, una vez más, un discurso hueco y demagógico. Hablando con un árabe antiguo prácticamente incomprendido por la mayoría de los argelinos, el presidente ha afirmado posiciones de principios sin alcance real.
Estos fracasos han permitido revelar la realidad del régimen que ha afrontado una resistencia a cara descubierta similar en desesperación a la Intifada palestina. Esta crisis de la Cabilia se traduce en una enfermedad común al conjunto de la nación.
SABER MÁS SOBRE LA CABILIA:
- Informes y artículos sobre la revuelta de la Cabilia en Algeria-Watch.
- Página web de la Cabilia.
- Noticias
de la Cabilia.