LA CRISIS ARGELINA
La intensidad del conflicto, en vista del número de muertos y no de la
inquietud de los países occidentales, muestra la voluntad de los protagonistas
de imponerse mediante el terror y de querer eliminar a su adversario. Desde
este punto de vista, lo que realmente impacta, es la militarización del
conflicto, en su origen político, en el cual los actores buscan la derrota
militar de sus adversarios.
En este clima, la idea de un compromiso político negociado es impensable.
Rechazando toda solución política, el régimen prefiere
la perpetuación de la sangrante crisis y la parálisis de los servicios
del Estado, más que dirigirse hacia elecciones transparentes que darían
al pueblo los representantes que ellos hubieran escogido.
Particularmente singular, el conflicto argelino no ofrece ninguna perspectiva
de solución. El balance es tan duro que las dinámicas que lo conforman
escapan a la voluntad de los individuos concernientes. La renta petrolera permite
al régimen sobreponerse de sus contradicciones internas disponiendo de
recursos humanos y de materiales para hacer frente de una forma inmediata a
las protestas que alimenta el crecimiento de la pobreza. ¿Hasta cuándo
? Nadie lo sabe. Quizá una crisis importante en los precios del petróleo
haría que el régimen sucumbiera al efecto conjunto de sus divisiones
internas y al descontento de la población.
- Problemas estructurales de Argelia:
a) Explosión demográfica: Actualmente Argelia tiene una población de 32 millones de habitantes ( el 70% menores de 30 años), y se calcula que para el 2025 ascienda la cifra a los 50 millones. Esto supondrá problemas con la tierra (sólo un 3% del territorio es cultivable), con la disponibilidad del agua ( la ONU habla de “escasez crónica”), y las infraestructuras de vivienda. ( hacinamiento en las grandes urbes ).
b) Dependencia comercial y financiera: El 97% de las exportaciones de Argelia proceden de los hidrocarburos: el gas y el petróleo. Además, el país necesita importar el 90% de los alimentos básicos que consume. Junto a toda esta situación no hay que olvidar la deuda externa que se eleva a más de 25.000 millones de dólares.
c) Corrupción: La corrupción es el eje vertebrador del régimen político argelino y de los circuitos de distribución del poder y la renta.
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SITUACIÓN ACTUAL A NIVEL NACIONAL
Abdelaziz Boutelika, pese a salir escogido en condiciones más que discutibles
y con el apoyo activo del Estado Mayor, encarnó un sentimiento de cambio.
Este cambio se basaba principalmente en la política de “reconciliación
nacional” dirigida con el objetivo de poner fin a la violencia y para
“restaurar los grandes equilibrios económicos y sociales”.
Con el apoyo de su gobierno de islamistas moderados como Mahfoud Nahnah (Movimiento
de la Sociedad por la Paz), laicos de la Agrupación
por la Cultura y la Democracia (RCD) de Saïd Sadi, y algunos antiguos
miembros del Frente de Liberación
Nacional (FLN), pasados a la Agrupación Democrática Nacional
(RDN), parecía dispuesto a practicar una política aperturista
que esperaba desde hacía mucho tiempo la mayoría de argelinos.
Sin embargo, esta intención ha fracasado cada vez que una reforma básica
se ha propuesto debido a obstáculos infranqueables. Por ejemplo, los
islamo-conservadores han impedido la cración de un nuevo estatuto para
la mujer y la modernización de la escuela.
En cuanto al proyecto de reconciliación nacional, éste se ha desvanecido
por el rechazo de una buena parte de los islamistas y las reticencias del Ejército.
Una de las pocas reformas llevadas a cabo ha sido la del Código Penal,
que aumenta las penas contra los autores de difamación hacia el Jefe
de Estado y los cuerpos constituidos.
Indignados con esta sucesión de esperanzas frustradas, los argelinos
llaman a Bouteflika el presidente “Taiwán”, haciendo alusión
a los productos falsos que se venden en el país con esa procedencia.
Además, también critican todos sus viajes al extranjero como quedó
recogido en el periódico “Al
Khabar” ( el de mayor tirada de la prensa argelina ), que se preguntaba
si Abdelaziz Bouteflika tenía la intención de hacer una visita
oficial a Argelia.
- Resultados de la Concordia Civil:
Basada en un proyecto de amnistía, aprobada por referéndum en
septiembre de 1999, esta estrategia de “reconciliación nacional”
había sido diseñada por el predecesor de Bouteflika, el General
Liamine Zeroual.
Desde 1997, dos oficiales superiores, el General Fodil Chérif, Jefe de
las Fuerzas Especiales, y el General Smaïn Lamari, número dos del
Departamento de Información y Seguridad (DRS), habían iniciado
contactos con el Emir Nacional del AIS, Merzag Madani, para proponer a los islamistas
armados una tregua seguida de una rendición sin condiciones. Proposición
que fue aceptada, a pesar de las reticencias del número tres del FIS,
Abdelkader Hachani, el cual pagó con su vida en noviembre de 1999 por
oponerse.
Tras su elección, Abdelaziz Bouteflika se atribuyó esta ley, que
consiguió el retorno a la vida civil de cerca de 2000 combatientes amnistiados.
Este hecho provocó la cólera de las familias de las víctimas
y, sobre todo, las represalias de los islamistas más radicalizados contra
los “traidores” que se habían unido al “tirano”.
Hoy, la guerra contra los islamistas armados y las masacres de civiles está
muy lejos de terminarse. Los dos principales jefes de los grupos islamistas
armados, Antar Zouabri ( GIA ) que controla una buena parte del Algérois
y el Oranais, y Hassan Hattab ( Grupo Salafista por la Predicación y
el Combate) (GSPC) implantado sobre todo en la Cabilia y en el Aurès,
han rechazado la proposición del poder. Al mando de unos 8000 maquis
del islamismo radical, Zouabri y Hattab, que continúan reclutando adeptos
entre los marginados de las grandes ciudades, son responsables de este terrorismo
que el gobierno persiste en calificar de residual pero que en en los últimos
tres años ha asesinado más de 6000 civiles.
- Relación entre Bouteflika y los militares:
“ En caso de problemas sociales con altercados en la calle, que el presidente
no cuente con nosotros para reprimirlos. Esta vez nos quedaremos en las casernas
y que él se las arregle con su policía”. Esto era declarado
por un oficial argelino poco antes de la Revuelta de la Cabilia de abril de
2001.
Pese a ser el candidato que apoyó de forma clara el Estado Mayor para
las presidenciales del 99 con la intención de lavar la mala imagen del
régimen argelino puesto en tela de juicio a raíz de la aparición
de numerosas revelaciones sobre la implicación del Ejército en
la “guerra sucia” contra el islamismo y de la publicación
de diversos informes sobre violaciones de derechos humnos en Argelia, la relación
entre el presidente y el Estado Mayor ha atravesado diferentes crisis a lo largo
del mandato de Bouteflika. En octubre de 1999, ante una serie de invitados extranjeros,
el nuevo presidente amenazaba con dimitir si los militares continuaban interviniendo
en la formación de su gobierno. Posteriormente, en abril de 2001, el
Ejército no intervenía en las altercados de la Cabilia y dejaba
al presidente en una posición difícil, ya que fue una represión
sangrienta que manchaba al propio presidente de forma directa pues esta vez
no podía acusarse al Ejército. Ya en 2003, y a consecuencia del
anteproyecto de ley sobre los hidrocarburos que Bouteflika presentó junto
a su ministro de economía en un intento de privatizar Sonatrach, las
mafias político-finacieras argelinas, vinculadas directamente al Ejército,
han dado la espalda al presidente y han empezado a mover ficha en un intento
de desacreditarlo en vistas a las próximas elecciones presidenciales
de 2004.
- La actitud de la oposición:
Tras la formación del “gobierno plural” de Abdelaziz Bouteflika,
la oposición parlamentaria se limita al Frente
de Fuerzas Socialistas (FFS) de Aït Ahmed siempre en el exilio en Suiza
y al Partido de
los Trabajadores (PT) troskista de Louisa Hanoun. A estas dos formaciones
se sumará el RCD de Saïd Sadi que se retiró del gobierno
como protesta por la sangrienta represión del ejecutivo contra la Revuelta
de la Cabilia en abril de 2001.
El FFS y el PT eran favorables a una reconciliación nacional más
amplia que la propuesta por Bouteflika, así como a la relegalización
del FIS y su vuelta al escenario político. Este partido continúa
ilegalizado, así como el que se presenta como su sustituto, el Wafa,
y sus dirigentes históricos están en prisión o recluidos
bajo vigilancia en su casa.
Sin embargo, el FIS ha conservado una buena parte de sus militantes y ejerce
todavía su influencia en muchas mezquitas.
En cuanto a las reivindicaciones de la Cabilia, existen tres movimientos culturales
beréberes: uno ligado al FFS, el segundo próximo al RCD y el tercero
ligado al cantante Ferhat Maheni. Además, cabría añadir
un cuarto movimiento, el Movimiento Cultural Amazigh (MCA), implantado en el
Aurès.
- Razones de la crisis económica:
A pesar de la constante subida del precio del petróleo en los últimos
años, Argelia, que el 97% de sus exportaciones se basan en hidrocarburos,
no consigue salir de la crisis económica en la que está inmersa
desde hace 11 años.
Ocho años después de pasarse a la economía de mercado,
controlado por los expertos del FMI, las reservas han crecido, la inflación
se ha reducido, y en general, los ajustes estructurales han mejorado las cifras
macroeconómicas del país. Sin embargo, la población ha
sufrido esta reestructuración y se han alcanzado los mayores niveles
de pobreza de los últimos tiempos. El 30% de la población está
en el paro, la renta por habitante se ha desplomado de 3600 $ a 1600 $ en 11
años, y los diplomados en ingeniería, informática, medicina
etc, se exilian en millares a EUA, Canadá o Europa. Es un país
en el que un habitante de cada dos no llega a los 20 años, donde el salario
mínimo no pasa los 70 euros, la vivienda escasea cruelmente, y cerca
de la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza. En
palabras del Ministro de Solidaridad argelino en el 2000, Djamel Ould Abbès,
“la clase media ha desaparecido en Argelia”.
Con la intención de sanear un servicio público obsoleto, el cierre
de mil empresas del Estado deficitarias ha condenado al paro cerca de 400.000
personas. En Argel, la situación se ha vuelto tan complicada para los
parados que algunas familias sobreviven con los restos que quedan en las papeleras
de los mercados. A pesar de todos estos ajustes estructurales de la economía
argelina, el país se encuentra todavía lejos de la autosuficiencia
alimentaria, la diversificación de la producción se hace esperar,
y los inversores extranjeros no se decantan hacia el país. Tan sólo
el sector de los hidrocarburos, desgraciadamente muy poco creador de empleos
nuevos, parece atraerlos.
La incertidumbre política y la inquietud provocada por la persistencia
del terrorismo islamista son los principales responsables.