Perspectivas actuales de la cuestión del Sáhara Occidental.

 

Este artículo pretende aportar algunos elementos de reflexión sobre el momento actual de la cuestión de Sáhara Occidental. Algunas de las reflexiones serán las que nos hacemos todos aquellos que en algún momento hemos tenido relación con el pueblo saharaui, y otras no serán tan habituales e incluso sorprendentes. Nuestra intención es simplemente eso, reflexionar. Para ello queremos dejar también claro, que el artículo no pretende ser una toma de posición, más allá de nuestro apoyo incondicional al ejercicio del derecho inalienable de la autodeterminación del pueblo saharaui y al cumplimiento de la legalidad internacional. Partiendo de esa base, pensamos que el estancamiento del proceso, y la observación de algunos movimientos internacionales preocupantes y amenazantes para la causa saharaui, deben favorecer la exposición y exploración de nuevas perspectivas, tanto respecto de la nueva situación internacional como del papel que debe jugar la RASD.  

En primer lugar, des del Observatori Solidaritat creemos que aún es pronto para dilucidar el nuevo orden internacional al que parece que estamos irremediablemente abocados des del 11 de septiembre de este año. No es que no creamos que los ataques (hablar de atentados terroristas nos parece un eufemismo) a los EEUU no hayan supuesto un acontecimiento histórico y mediático de primera magnitud, simplemente no creemos que las consecuencias de los mismos vayan a suponer un cambio radical, al menos en lo que respecta a la cuestión del Sáhara Occidental. Por otro lado, y teniendo en cuenta la actualidad, no parece que las consecuencias de los hechos del 11 de septiembre, de los posteriores ataques de EEUU sobre Afganistán y del posible inicio de una guerra biológica, hayan finalizado aún.  

Por lo pronto, y como primera reflexión, podemos afirmar que la cuestión del Sáhara Occidental ha bajado varios puestos en la lista de prioridades de la comunidad internacional después del 11 de septiembre. Teniendo en cuenta que la aplicación del Plan de Arreglo, la celebración del referéndum y la implementación del resultado (sea el que sea) requieren necesariamente una implicación total de la comunidad internacional, a través de las Naciones Unidas y sus diferentes agencias, la primera de las consecuencias no parece invitar al optimismo. Además, de todos es bien sabido que el tiempo, por desgracia, juega a favor de una de las partes. La situación en los campos de refugiados, a pesar de la indudable determinación y dignidad de todo un pueblo, será con el paso de los años cada vez más insostenible. Los jóvenes saharuis no pueden ver sus perspectivas de futuro reducidas a las arenas de Tindouf. Jóvenes que por otra parte, en su mayoría no conocen el Sáhara Occidental más que por fotos y relatos idealizados de sus padres. 

Desde nuestro punto de vista la situación del pueblo saharaui estaba igual de complicada antes de los ataques a los EEUU que ahora. Podríamos decir incluso, que se ha dado un empeoramiento, pero que no es achacable al post 11-S. En los últimos meses se han producido una serie de hechos y movimientos que conducen a pensar que la causa saharaui se enfrenta a una conjunción de intereses internacionales que pretenden obviar su legítimo derecho a decidir su futuro.  

En primer lugar, Francia ha salido de la oscuridad para volver a tratar de influir abiertamente en la cuestión del Sáhara Occidental. No podemos ser ingenuos, no es una casualidad el hecho de que cada 14 de julio, las tropas marroquíes desfilen por los campos Elíseos. Recientemente Francia ha intentado variar la posición de la Unión Europea respecto de la cuestión del Sáhara Occidental. El tradicional apoyo de Unión Europea al Plan de Arreglo y al Referéndum de autodeterminación ha estado a punto de ser abandonado, por el apoyo a un “Acuerdo Marco”, que ratifica la integración del Sáhara Occidental en Marruecos y que ofrece unos derechos democráticos y de participación sin parangón en la vida política cotidiana del reino de Marruecos. Dicho “Acuerdo Marco”, además, ha sido ya rechazado abiertamente por el Frente Polisario y Argelia. Es una propuesta que nació muerta, pero, por desgracia, el tiempo sigue pasando. También es justo reconocer que España, a pesar de haber renunciado a jugar cualquier papel relevante en esta cuestión, votó en contra de dicha posibilidad. 

Por lo que respecta a las Naciones Unidas, son ya demasiados los avisos que ha dado de tirar la toalla en la implementación del Plan de Arreglo y en la celebración del referéndum. El pesimismo aumenta con cada informe del Secretario General, y los fondos de ACNUR y del Programa Mundial de Alimetos (PMA) han sido reducidos hasta el punto de poner en peligro los suministros a los campos de refugiados. Ahora bien, siempre es bueno tener presente que Naciones Unidas nunca ha tenido voluntad propia, y para nada pretende representar a todas las naciones del mundo, ni fue pensada para ello. La voluntad de Naciones Unidas se genera como resultado de la voluntad de los países que la conforman, especialmente de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. La ONU es un foro creado mediante un acuerdo entre países, no un gobierno mundial. Es injusto, por lo tanto, achacar la falta de voluntad a la organización o al personal de la MINURSO. La ONU sólo hace lo que se le deja hacer, al igual que su Secretario General.  

Por diversos motivos económicos y estratégicos Marruecos goza del respaldo casi incondicional de EEUU y Francia, y además la monarquía alauí sabe que Europa, además de diversos intereses económicos, tiene miedo al cada vez más importante islamismo político marroquí.

La importancia del movimiento islámico en Marruecos ya no es puesto en cuestión por nadie. Los islamistas son ya la primera fuerza política de Marruecos. La única razón por la cual no están en el poder es porque están ilegalizados y por la existencia de la monarquía. Pero que nadie se lleve a engaño, los islamistas han crecido espectacularmente a la sombra de la pobreza, el analfabetismo, el paro, la falta de democracia y la corrupción de la oligarquía real que manda desde hace siglos en Marruecos, y que occidente se empeña en apoyar sin exigir cambios que reduzcan el caldo de cultivo. No debemos perder la perspectiva de los graves problemas sociales y políticos que afectan a Marruecos, y que asustan mucho a Europa, que teme un desenlace a lo argelino. Es ese Marruecos el que se ofrece al pueblo saharaui, un Marruecos en el que siempre serán ciudadanos de segunda, y en el que no se respetan ni los derechos de los propios marroquíes. Imaginemos que pasaría con los saharauis, tildados de enemigos y terroristas durante 25 años. El Reino de Marruecos no ofrece, hoy por hoy, ninguna seguridad física ni jurídica a los saharauis.    

A todo lo anterior hay que sumar que el pueblo saharaui y sus representantes del Frente Polisario parecen estar más solos, diplomáticamente hablando, que nunca. Caído el bloque de Este, que fue uno de sus principales apoyos durante muchos años, Cuba, pero sobre todo Argelia siguen siendo hoy, junto con las Naciones Unidas (en tanto que organización) y la OUA, los principales valedores de los derechos del pueblo saharaui. Ante tal situación internacional, que en el peor de los casos, parece conducir a la integración del Sáhara Occidental en el Reino de Marruecos, el Frente Polisario y el pueblo saharaui deberían reflexionar ante tal amenaza. Quizá vaya siendo hora de poner sobre la mesa algunas cuestiones que hasta el momento han quedado aplazadas a la espera del referéndum. Marruecos ha demostrado sobradamente que puede bloquear la celebración del referéndum muchos años más, y sabe perfectamente que el tiempo juega a su favor.

¿Debe el pueblo saharaui pensar una nueva estrategia que pueda sacar la cuestión de un estancamiento que sólo beneficia a Marruecos?. ¿Cuál puede ser esa estrategia?. Des de nuestro punto de vista, la vuelta a las armas no aportaría nada positivo a la causa saharaui. No sólo no aportaría nada bueno, sino que le ofrecería en bandeja a Marruecos la integración definitiva y por la fuerza del territorio. Nadie debe olvidar que los problemas que tiene Marruecos bien pueden desviarse con un conflicto diplomático con España, o bien con un conflicto armado en el Sáhara. Al pueblo saharaui le asiste la legitimidad de haber confiado en la paz, en el diálogo y en los mecanismos internacionales. También le asiste el no haber recurrido al terror, a pesar de que en muchos momentos la tentación debe haber sido insoportable. 

Hoy por hoy, el papel de la RASD debería reforzarse en la dirección en la que fue pensada, es decir, como un proyecto de estado árabe, islámico y democrático. Capaz de ofrecer a los habitantes del actual Sáhara Occidental, lo que Marruecos no podrá ofrecer nunca a los refugiados saharauis de Tindouf.  

El pueblo saharaui debe saber también que tienen mucha gente detrás que les apoya y que les respalda, a pesar de la acción o la inactividad de sus gobiernos. Una sociedad civil que estará con ellos pase lo que pase. 

Jordi Cortés i Cati Jerez.
Observatori Solidaritat. Fundació Solidaritat de la Universidad de Barcelona.

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